Alguna vez dije que el mejor trabajo del mundo era el de Presidente de México. Te levantabas temprano, ahí sí ni modo, y te aguantabas la reunión de seguridad nacional, que básicamente era un recuento de masacres y pues qué flojera ocuparse en esas minucias, lo que también ni modo, pero luego se ponía bueno: La Mañanera, poniendo en su lugar a los enemigos del cambio, y compartiendo una rola, y contando un chiste, y fin de la jornada laboral, salvo quizás alguna inauguración con la tropa, banderita en mano.
Por lo demás, desayuno copioso, siestuca para la desmañanada, comida, fildeo y macaneo con jugadores de Grandes Ligas y toda la cosa, en Suburban y en vuelo del Ejército.
Bueno, me equivoqué. El mejor trabajo del mundo es el de expresidente de México. Te levantas no tan temprano, entre el piar de las aves exóticas, la sinfonía de colores de las flores y el aroma de la guanábana madura, te echas un cafecito de olla con tu Rosuvastatina, 20 miligramos, y a leer La Jornada. Estás tranquilo. Afuerita nomás hay soldados –son pueblo uniformado, ¿o a qué creían que te referías con lo de que te iba a cuidar el pueblo?–, para que no vayan a tener malas ideas los del crimen organizado, que son pueblo bueno pero igual.
Además, la clínica de ahí cerquita que mandaste a hacer está bien acondicionada, casi-casi danesa, y sobre todo bien provista, por aquello de que –Dios no lo quiera– vaya a pegar un chicotazo el cateterismo. Desayuno con su papaya porque dijo el doctor que la fibra es importante, con sus tres tamales y con su pan dulce, y a escribir.
Luego, con la satisfacción del deber cumplido, comida; siestuca; paseo entre las ceibas, que te representan, ya que bajó la calor; un dominó en la terraza, y a ver calmadamente el teléfono, con sus benditas redes sociales, para verificar cómo va Claudia, que manda a Harfuch a Sinaloa a ver qué se puede hacer con el tiradero que le dejaste con Rocha; que ve cómo Acapulco se hunde, literalmente, y no hay Fonden porque te lo acabaste hace rato; que casi arranca el sexenio con un decapitado en Chilpancingo y se acuerda de que a la Evelyn, lo que significa: a su papá, que es tu bróder y que tan contento se ve en las fotos últimamente, le quedan otros tres años; que confirma que la inversión, que tan bien iba, ya anda a la fuga, y etcétera.
Mira, un guats. El bodocón. Todo bien en Morena, pa. Te platico con calma el sábado que vengas. Ya pedí que te preparen tu puchero.
Luego, a mimir, que te espera otro día en el paraíso.
@juliopatan09