No es que uno se empeñe en ver el vaso medio vacío. Coincidamos en que la participación del Presidente en la ONU tuvo aspectos positivos. Por ejemplo, no habló de líderes fascistas, ni repitió el chiste de tan lejos de Dios, ni le apostó a la guayabera.
Dicho lo anterior, ojalá podamos coincidir en algunas otras cositas.
Por ejemplo, en que la regañiza del enviado chino y, sobre todo, la del ruso, fueron de época. No solo porque no es la norma que en actos protocolarios como ese le pongan un estate quieto a un Presidente, sino porque rusos y chinos, que no es exactamente que merezcan el calificativo de tecnócratas, le pidieron al tlatoani que: 1) como presidente del Consejo de Seguridad hablara, porfa, de seguridad, porque para modelos de desarrollo hay otras oficinas de la ONU, y 2) que en todo caso, al hacer propuestas, tomara en cuenta detallitos como la soberanía nacional.
Porque, coincidamos también, el Presidente se equivocó de ventanilla. Y es que apareció por ahí el argumento de que la pobreza y la desigualdad están conectadas con la seguridad. Hombre, sí. Y con todo lo demás, de la salud, al deporte, a la poesía y la conservación de parques y monumentos. Pero decir “que los ricos le den dinero a los pobres” y que además lo hagan como lo hago yo, que he provocado un bajón en el número de personas en la clase media y un subidón millonario de los pobres, caray, no es una propuesta ni muy sofisticada, ni muy aterrizada, ni, sobre todo, muy impregnada de autocrítica.
Ciertamente, coincidamos también, nos ahorramos lo de Mussolini y lo de Porfirio Díaz, pero no lo de la fraternidad universal. La única diferencia es que esta vez la expresión llegó rebautizada, en plan “estoy destinado a transformar la historia universal”, como “Estado mundial de fraternidad y bienestar”. Sip: el Presidente se presentó ante el Consejo de Seguridad a explicarnos cómo terminar con la pobreza en el mundo. Ai nomás.
Para terminar, está lo de que la ONU no ha hecho nada por los pobres, una afirmación no muy rigurosa, aceptaremos todos, particularmente para el “Presidente historiador”. Ni muy amable, claro.
Así pues, nos es que el vaso haya estado medio vacío: es que llegó cuarteado y con las huellas marcadas porque lo agarraste después de comerte la quesadilla de papa. Pero terminemos con una nota optimista. Porque pudo ser peor. ¿Qué tal que a nuestro líder le da por replicarle al enviado de Putin? “Marcelo, averíguame cómo se dice ‘abrazos, no balazos’ en ruso”.
@juliopatan09