¿Querían saber qué provocó la explosión de la pipa de gas en Iztapalapa, en La Concordia? Les recomiendo sobrevivir tres años más. Es el tiempo que van a quedar clasificados o “reservados” los documentos sobre ese horror, según nos informa la Fiscalía chilanga.
¿Saben por qué decidieron hacer eso? Lo adivinaron: por ley, y sobre todo por el bien de “las víctimas”. Por sus “derechos”, ya saben. La 4T siempre piensa en nosotros, los ciudadanos. No vayan a pensar mal, con los videos que circulan por ahí.
Alicia Bárcena, titular de Semarnat, ya reconoció que sí: que el Tren Maya, ese que costó 370 y pico mil millones de pesos, no va muy lleno que digamos y nos sigue costando una lana cada año, también hizo un destrozo ambiental, particularmente en el tramo 5. ¿Qué pasó? Cemento en cenotes y cavernas, básicamente. ¿Les gustaría conocer los detalles del destrozo? Tampoco se puede. La información sobre el Tren Maya, desde el sexenio pasado, es… reservada.
¿El plan maestro del AIFA? Ups: reservado. ¿La solicitud de extradición de El Mayo Zambada? Igual. ¿El patrimonio del secretario de la Marina? Ídem. ¿Se acuerdan de Catarino Garza, el “revolucionario” que nos fuimos a buscar a Panamá? Si quieren detalles, no mueran antes de 2029.
También está reservada la información sobre el supuesto espionaje de la DEA al Ejército. Al nuestro, se entiende. Asimismo, Pemex mantiene reservada la información de cinco auditorías que sufrió entre 2023 y 2024, por tres añitos.
Por si se lo preguntaban, también clasificaron, por cinco años, la información sobre Segalmex, el que parecía el robo más sonado del sexenio pasado hasta que nos enteramos del ligero traspié con la integridad del contrabando de combustible.
Pa’ pronto: con el licenciado Andrés Manuel López Obrador las informaciones reservadas se dispararon en una proporción en verdad llamativa: un 40 por ciento más que con Peña Nieto y el doble que con Calderón, centavos más, centavos menos, al punto de alcanzar asuntos tan aparentemente menores como las fiestas en el Zócalo o las cenas en Palacio Nacional, que vayan a saber cuánto nos costaron (suponemos que los chocolates Rocío llevaban descuento, eso sí).
Ahora: tampoco es que el licenciado haya intentado ocultarlo; que haya intentado reservar su propensión a reservar, si permiten el juego de palabras facilote. Sin pudores, anunció que, para dejarnos de historias, toda la información sobre sus obras magnas quedaba clasificada por “seguridad nacional”, y háganle como quieran.
Parece que no: no eran iguales.
@juliopatan09