El Doctor Patán se dijo, francamente no muy atado a la esperanza: “Igual y salgo elegido”. Era mi última bala. El plan original, que sin duda aplicaré en la segunda ronda de elecciones del Poder Judicial, la de 2027, era apuntarme o a Cúspide, alma mater del compañero Ulises Lara, o a Humanitas, cuna intelectual de mi Lenia, a fin de conseguir el título de licenciado en derecho en, digamos, 15 días (el récord de un fin de semana está reservado para las cumbres intelectuales de nuestro movimiento; no aspiro a tanto; no soy tan desmesurado con mi autoestima) y postularme para la elección de este junio, idealmente como magistrado, y más idealmente para desempeñarme en el cargo en una oficina en la colonia Anzures o como muy lejos Polanco, para evitar los traslados siempre complicados en esta ciudad.

Pero, me ganó la vida. Entre la extraordinaria afluencia de pacientes que experimenta mi consultorio en fechas recientes (creo que tiene que ver con que he empezado a promocionarme, justamente, como “El Terapeuta del Pueblo”, una marca que no falla) y mis colaboraciones con los medios, venturosamente muy nutridas, pero absorbentes, la verdad es que se me pasaron las fechas y me quedé sin título y por tanto sin esa magistratura a desempeñar en, por decir, una oficina en el edificio de al lado de Los Panchos, tremendamente recomendable por sus quesadillas volteadas de carnitas, sin mencionar la Suburban y los –números más, números menos– 476 asistentes que, me gusta pensar, van con el cargo, según nos enseña la propia Ministra del Pueblo.

O tal vez esas prestaciones son sólo para ministros. Pero una Toyota digna y 12 asistentes serían suficientes. Austeridad republicana.

En fin, que por eso dije lo de última bala. Pensé que era un poco como ganarme la lotería, de tan improbable, pero que igual y sí: salía en la tómbola. Porque, estrictamente, imposible no era.

Si en la lista del Senado aparecieron fenómenos tan raros como personas que no se postularon, personas que no existen, personas con antecedentes penales, incluso personas no recomendadas por Zaldívar y –creo– dos taqueros y un vulcanizador que tampoco se postularon, ¿por qué no un experto en salud mental con una fidedigna pasión por la jurisprudencia y, sobre todo, por la justicia?

Bueno, pues no estaba escrito. He revisado tres veces las listas, y nada. Pero, ya les digo, lo intentaré en la próxima elección. Mientras, no dejen de visitar el consultorio del "Terapeuta del Pueblo". Las puertas están abiertas para todos.

 

     @juliopatan09

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *