El Paco y la Sabi pasaron a notificarnos que los traidores a la patria, que en este momento, según me entero, son básicamente los mexicanos que le van a Trump, se exponen al destino de los que incurren en ese delito: pena de muerte.

Fue muy contundente mi Paco en que en el Cerro de las Campanas, así dijo, “queda mucha tierra”, y en recordarnos que ahí se escabecharon a Miramón, Mejía y Maximiliano. Tres personajes que aparentemente le caen muy mal, porque no es la primera vez que nos recuerda su destino sangriento en esos parajes y, sobre todo, que ese destino puede ser el de quien se le meta entre las patas a la Cuarta Transformación de la vida pública, que va y además va que vuela.

El Doctor Patán está muy impresionado con el énfasis del entrevistado y el proceso de conversión aceleradísimo de la entrevistadora, que hace nada era de lo más liberal, por decirlo así, y ahora miren: convertida en Chairina Berman, como le llamamos con cariño en el movimiento (es que es súper encantadora, magnética). Con todo, me surgen algunas dudas. Puesto que el camarada, la verdad, se equivoca y en México la pena de muerte está proscrita, ¿habría que mandar una iniciativa para reincluirla en la Constitución? Si sí, ¿sólo aplicaría para traidores a la patria? ¿O tal vez sólo para los traidores a la patria con filias trumpianas? Esto último, ¿no pone en un lugar medio complicado al ExQuinto Presidente Más Popular del Mundo, que es trumpianísimo?

¿Sería para todos los que tengan simpatías por el presidente gringo, o hay una graduación de trumpianismo y solo en sus grados más elevados te ganas el paredón? Ya que estamos, ¿habría que extender esta reforma constitucional a los fans de Calderón y Salinas? En este último caso, ¿no quedaría en una situación medio delicada el licenciado Bartlett, ese patriota, o una vez que se cambia uno de colores y se suma a las fuerzas del bien queda borrado cualquier pecado de neoliberalismo?

Otra duda. Llevado a cabo el fusilamiento, que al parecer es la representación más sublime de la justicia popular, ¿exhibimos el cuerpo, a manera de pedagogía revolucionaria, o nos limitamos a informar pudorosamente de la ejecución, sin pechos acribillados a la vista, en espacios como el de la propia Sabi? La última, y el Doctor confiesa que le da miedo preguntar esto: las ejecuciones, ¿correrían a cargo del Ejército, del crimen organizado, que es el que tiene más experiencia en esto y es pueblo, o de voluntarios como, digamos, los que lanzaron la iniciativa?

 

      @juliopatan09

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