El compromiso 63 del Pacto por México dice que “se cambiará el marco legal para que la banca comercial y las instituciones de crédito presten más y más barato, incluyendo una revisión de la ejecución de garantías, respetando íntegramente los derechos de todos los acreditados actuales. Así como reducir el costo de los servicios financieros”.

 

Supongo que éste es un compromiso político con alta popularidad. Todo mundo aplaudiría que los bancos ofrezcan más créditos, a precios más baratos y sin tantos requisitos previos.

 

Incluso podría pensarse que la popularidad del compromiso va más allá de lo estrictamente financiero, y también responde a la impopularidad de los banqueros.

 

En fin. Que al leer el compromiso 63 del Pacto por México no pude dejar de recordar lo ocurrido en los últimos años en Argentina bajo el gobierno de los Kirchner. Recuerdo que en 2007 el entonces presidente Néstor Kirchner “pidió” a los banqueros que redujeran las tasas de interés que aplicaban a los créditos y flexibilizaran sus condiciones crediticias, bajo la amenaza de que “tomaría medidas”, cuestión que nunca detalló.

 

En una entrevista del 22 de septiembre de 2007 Kirchner dijo: “Las tasas tienen que bajar; van a bajar. Vamos a tomar todas las medidas que sean necesarias. Los bancos tienen que entender que el país tiene que ser viable para todos, y hay algunos integrantes del sector financiero que siguen sin entender este tema”.

 

Lo que Kirchner no dijo en aquella ocasión es que la iliquidez del sistema financiero argentino se agravaba, que la incertidumbre en Estados Unidos comenzaba a arreciar, y que las medidas económicas de su gobierno generaban una serie de dudas que limitaban los créditos de mediano y largo plazo. Y una cuestión más. Que un mes después de esa entrevista que concedió a la radio argentina, habría elecciones. Y claro, el crédito tiene un impacto innegable en el consumo… y en el elector.

 

Pues bien. Cristina, la esposa del fallecido Néstor, continuó con el tono. En julio pasado determinó que los bancos privados otorguen créditos empresariales a tres años con tasas reales negativas. Ya antes había establecido techos a las tasas crediticias para los jubilados, y diversas medidas de subsidios de tasas crediticias a sectores específicos como transportistas y agricultores.

 

Es bien sabido que intervenir los precios para favorecer a ciertos grupos y sectores económicos ha sido una tentación que siempre ha estado allí en la mesa de los políticos y de los gobiernos. Una tentación apetecible, muy utilizada en América Latina, y que, generalmente, ha tenido desenlaces lamentables para la mayoría de la población.

 

Regresando a México, el miércoles pasado el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, dijo en relación al compromiso 63 del Pacto por México: “Estamos trabajando en una iniciativa de ley que permita discutir el costo del crédito y que fomente un mercado muy competido entre los intermediarios financieros, esto con el fin último de beneficiar a las Pymes”.

 

La fama que he conocido del Secretario de Hacienda es la de un economista competente y de un hombre prudente. Sin embargo, me cuesta trabajo imaginar el contenido de una ley bancaria para “topar” el costo del crédito y “fomentar” la competencia, en una economía que funciona bajo las reglas del mercado. Veremos de qué se trata.

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com

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