La estructura panista está desesperada.

 

Quiere salir en avalancha a anunciar su respaldo a Gustavo Madero para su reelección como presidente del Partido Acción Nacional (PAN), pero tiene muchas limitaciones.

 

No ha comenzado formalmente la contienda de mayo y los pronunciamientos podrían declararse como actos anticipados de campaña, con la consecuente descalificación de Madero.

 

También sería oportunidad para asustar a los demás aspirantes -bajada Josefina Vázquez Mota quedan como principales contendientes Juan Manuel Oliva y Ernesto Cordero- y propiciar su retiro.

 

Madero no ha perdido el tiempo.

 

Cierto, ha estructurado un equipo poderoso para asegurar su segundo periodo al frente del PAN, pero también la actitud rijosa de Cordero y Oliva ha asustado a muchos militantes porque no quieren un partido confrontado, contestatario.

 

Vea usted:

 

El jerarca panista tiene a la mayoría de dirigentes estatales, quienes, se supone, llegaron el voto de los panistas y eso les da suficiente margen de influencia y maniobra a favor de su candidato, precisamente Madero.

 

Ha consentido a los coordinadores parlamentarios, Jorge Luis Preciado en el Senado y Luis Alberto Villarreal en la Cámara de Diputados; ellos le garantizan el respaldo de legisladores.

 

Da trato cotidiano a los coordinadores en los estados, lo cual suma a los diputados locales.

 

Y, por si fuera poco, ya se le adhirieron todos los gobernadores, con dos excepciones como se verá adelante.

 

ALINEAMIENTO DE GOBERNADORES PANISTAS

 

La suma de Ricardo Anaya como compañero de fórmula es la mayor de las adquisiciones de Gustavo Madero.

 

Pero antes aseguró a otros cuadros distinguidos.

 

Tiempo atrás había gobernadores simpatizantes con Ernesto Cordero: el sonorense Guillermo Padrés, el sudcaliforniano Marcos Covarrubias, el poblano Rafael Moreno Valle, el ex de Baja California Guadalupe Osuna Millán y, se suponía, su heredero Francisco Kiko Vega.

 

Hoy sólo Covarrubias es considerado corderista y el guanajuatense Miguel Márquez nada entre dos dudas, mantenerse leal a Juan Manuel Oliva o jugar otra carta.

 

Algunos de ellos se reacomodarán en cuanto empiece la contienda.

 

Pero el resto de la estructura azul está lista para operar por su jefe Madero y por ese rostro promisorio llamado Ricardo Anaya, actual presidente de la Cámara de Diputados.

 

EL IFT ACUMULA CONFLICTOS Y NO DA COLOR

 

Vaya nacimiento tan polémico el del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).

 

No ha resuelto el conflicto entre Dish y Televisa y ya le explotaron los contratos y las cartas entre Dish y Teléfonos de México (Telmex).

 

Puede verlo como oportunidad: si investiga y resuelve conforme a derecho, podrá acreditar su autoridad y darse a respetar para decisiones futuras.

 

Pero la agenda se le acumula: definición sobre must carry y must offer, declaraciones de preponderancia, bases para nuevas cadenas televisivas, derechos de autor, la sociedad Dish-MVS…

 

La historia más polémica viene de 2008, cuando Telmex acordó con Dish el servicio de televisión de paga de MVS con el aval de la extinta Comisión Federal de Competencia (CFC) de Eduardo Pérez Motta.

 

Telefónica (Movistar) se inconformó bajo el argumento de concentración prohibida y, según su dicho, Telmex atentaba contra los principios básicos de su título de concesión, pues no le autoriza televisión.

 

En respuesta polémica, la CFC desechó la denuncia -no hay concentración, dictaminó- y Televisa denunció en 2011 ante la propia Comisión diversas irregularidades en la sociedad Telmex y MVS-Dish.

 

De acuerdo con la empresa de Emilio Azcárraga, se evidenciaba la concentración porque Telmex ofrecía a los clientes de Infinitum el servicio de Triple Play empaquetado indebidamente: telefonía, internet y televisión.

 

Hoy, cinco años después, están en exhibición documentos reconocidos por la empresa de Joaquín Vargas y donde se incluye la opción de compra-venta.

 

Todo sin haber dado color el flamante IFT.

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