El Cabildo es una plataforma de colaboración política abierta a nuevas formas de diálogo promovidas desde el Gobierno de la Ciudad de México en beneficio de una comunidad conocedora de las divergencias y corresponsable de impedir su predominancia por encima del interés colectivo.

La autoridad, de cualquier partido, está obligada a resolver. Ese fue el tono del segundo encuentro encabezado por la jefa de Gobierno, Clara Brugada. Todas las voces son coincidentes en un empeño colectivo con énfasis diversos de carácter programático, personalidad, esfuerzo económico y/o de recursos humanos. Todas reconocen, al menos retóricamente, las prioridades: servicio y solución.

Lo otro no es necesario decirlo ante Brugada o los electores. Un buen desempeño es plataforma de continuidad, vigencia o futuro.

Ordenamiento, recuperación del espacio público, movilidad, baches, coordinación metropolitana, chelerías, fuentes de financiamiento, seguridad siempre en todos los casos, son los temas.  La confianza interinstitucional se construye con diálogo. Y no es siempre fácil. Siempre es indispensable.

Durante la administración local de la ahora presidenta Claudia Sheinbaum —incluidos los 15 meses de gobierno de Martí Batres— se celebraron 129 sesiones ordinarias y 21 extraordinarias.

Desde su instauración en la época colonial, el Cabildo ha sido una institución útil en la administración política. En su estructura moderna permite a las alcaldías participar en la toma de decisiones y la articulación de políticas públicas.

Aunque en su origen, como la primera forma de autogobierno en las colonias, era espacio donde las élites locales negociaban con la Corona española, ahora la apertura revela algo más que la desaparición de los autoritarismos. Estamos ante el surgimiento de una nueva horizontalidad. No hay Corona ni élites, solo autoridades representativas de intereses ciudadanos.

La reforma política de 2016 permitió la elección directa de Alcaldes y la creación del Cabildo de la Ciudad, con el objetivo de fortalecer la coordinación entre Gobierno central y demarcaciones territoriales.

De acuerdo con el filósofo Jürgen Habermas, "las democracias requieren espacios de deliberación donde los actores políticos puedan negociar y generar consensos". Idea reflejada en estas asambleas como mecanismo de articulación política, complementadas con esquemas de interacción y acercamiento con la ciudadanía.

Zócalo de Gobierno Ciudadano y Casa por Casa, así como las 200 asambleas públicas en diferentes colonias de las 16 demarcaciones, revelan innovación en el diálogo político y ciudadano necesario para conocer y atender preocupaciones. Mecanismos institucionales facilitadores de la interacción entre los distintos niveles de gobierno.

Estos modelos y la nueva interacción con el Cabildo consolida con Brugada la llamada "legitimidad de salida”, bautizada así por el politólogo David Easton: la capacidad para satisfacer expectativas sociales.

 

@guerrerochipres

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