@guerrerochipres

El término desprecia, cosifica, omite e incluso revela el talante clasista de quien lo arroja. La intención de minimizar habla más de la enorme carencia de opción de quienes atacan la sincrética popularidad, movimiento y ejercicio del poder del Presidente de la República. ¿Eres chairo acarreado?

Hasta algunos de los más agudos y sensibles autores de entre quienes resisten reconocer autenticidad en esa tríada convergente, tienen dificultades para aceptar que existe una eléctrica, apasionada, inteligente y dinámica relación entre el líder de Morena —Presidente de la República con 64% de aprobación según El Universal— respecto de sus seguidores y audiencias manifestantes, con ejercicio de voluntad propia.

Los que no fueron por la torta, sino por sus blanquillos, no tienen existencia propia. El patarrajada no puede tener poder si no es por la inexplicada e inexplicable milagrería de un mesías tropical. El chairo es un zombie reavivado por el aliento de un personaje autoritario. Para el intelectual promedio, la realidad del fenómeno Andrés Manuel López Obrador es simplemente la demostración del rezago y la desigualdad… y, si acaso, por supuesto de la corrupción de los gobiernos previos y la ausencia actual de contendientes de magnitud semejante.

Escribir o debatir en los medios puede confundirse con ganar la voluntad de los votantes: ser líder de mesas es menos difícil que serlo de las masas descalificadas como nacamente colectivas.

Un liderazgo popular que haga posible despliegue de confianza y aprecio mutuo entre un mandatario y sus seguidores le es inalcanzable a la oposición de Morena. En venganza, lanzan, que se regrese el morenista a la civilidad imaginaria de la historia nacional. Lo otro será la excomunión del celestial paraíso racional del intelectual promedio, haya leído a Spinoza o se haya tomado la foto con él en Viena.

¿Qué sentido tiene una manifestación, un mitin, una expresión de respaldo? Es demostración de una suma de voluntades. El pasado 13N, unas 65 mil personas; este domingo, 1.2 millones.

López Obrador encabezó la mayor concentración ciudadana en la historia nacional. A ver cuándo se le acercan. Si los camiones de “acarreados” se llenaran con 40 pasajeros no hay forma de explicar, además de unas 80 mil personas, al resto de los asistentes. ¿Cómo llegó el otro millón de simpatizantes?

De un absurdo al otro: la demostración fue por temor. Ok. Hay que prepararse para el 2023 en el Estado de México y 2024 porque entonces Morena va a morir de terror. Los que reúnen menos personas, ¿tienen menos ego o son simplemente inhábiles de reunir a más? Uno más: si tiene el respaldo de la población, debió haber reunido “varios millones más”.

La jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, entusiasmada pero extraordinariamente sobria, aseguró que probablemente solo Lázaro Cárdenas pudo haber sido capaz de reunir tal simpatía. Personalmente, lo dudo.

La oposición tiene oportunidad de abandonar su verbalizada incomprensión del fenómeno. Sin un diagnóstico realista adecuado, perdió las siguientes elecciones antes de iniciar las campañas.