La Ciudad de México ha sido escenario de eventos devastadores como los sismos de 1985 y 2017; de inundaciones o incendios. Algunos de ellos no son predecibles. Pueden minimizarse ocasionalmente las consecuencias.
De acuerdo con el Índice de Riesgo Mundial (WorldRiskIndex) 2022, el cual evalúa la exposición y vulnerabilidad de 193 países a desastres naturales, México está entre los cinco primeros, superado por Filipinas, India, Indonesia y Colombia.
Esta realidad fue visibilizada en el Sexto Congreso Internacional de Gestión Integral del Riesgo y Resiliencia en Ciudades, donde la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, planteó la necesidad de descentralizar los servicios de emergencia y robustecer entre la ciudadanía la cultura de la prevención.
A diferencia de hace 40 años, cuando el sismo encontró un Distrito Federal vulnerable y carente de un sistema de protección civil institucional, actualmente hay herramientas como un atlas de riesgo, simulacros periódicos o protocolos de actuación.
Ahora toca el turno de colocar en el centro de atención a las periferias. La gestión integral de riesgos y la resiliencia comunitaria no serán eficaces si no consideran las afectaciones diferenciadas de los desastres. No es lo mismo una inundación en el centro de la ciudad que en un lugar distante; se vivió en octubre pasado en Milpa Alta y Xochimilco.
Tiempos de respuesta prolongados, dificultad de acceso y falta de infraestructura adecuada han llevado a consecuencias graves en siniestros en zonas alejadas. Según la National Fire Protection Association, el tiempo ideal para la llegada de bomberos en zonas urbanas es de seis minutos desde la recepción del llamado. Para las ambulancias, la American Heart Association establece un máximo de cuatro minutos para maximizar las probabilidades de supervivencia en el caso, por ejemplo, de un infarto.
En la CDMX trabajamos en un esquema para reducir el tiempo de espera de las unidades médicas. Enorme desafío asumiendo la muy escasa disponibilidad de vehículos, una décima parte de los de Nueva York, los cuales, por cierto, son todos generadores de ingreso en contexto del carísimo sistema de seguros estadounidense.
“(Necesitamos) una perspectiva de justicia social porque lamentablemente en la mayoría de los eventos de desastres o de afectaciones, los más vulnerables son los más pobres", dijo Brugada en el Congreso donde el presidente de la Canaco CDMX, José de Jesús Rodríguez Cárdenas, reconoció el trabajo de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, liderada por Myriam Urzúa.
El Marco de Sendai para la Reducción de Riesgos de Desastre 2015-2030, al cual está adherido México, establece directrices esenciales para fortalecer la resiliencia de las ciudades y mejorar la capacidad de respuesta a emergencias. La CDMX puso la mirada en las periferias.
@guerrerochipres
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