@guerrerochipres
En México celebramos a los muertos en una tradición y diferenciación cultural respecto de otras sociedades que, en vez de dejarlos entrar a la casa, los mantienen afuera de la puerta con dulces.
En concordancia con una capacidad civilizadora y cívica semejante, ojalá nunca nos sujetemos al recuerdo de la ausencia de una persona por algún incidente en el que hubiéramos participado.
La reciente agresión armada contra un automovilista en la zona de La Joya, en Tlalpan —afortunadamente limitada en su aspecto dramático— coloca en el punto de atención la oportunidad de fortalecer la cultura de la paz y de la no violencia.
El viralizado video de este sábado muestra el momento en que un grupo de ocupantes de un auto es atacado con disparos desde otro vehículo sobre Insurgentes, a la altura de la estación del Metrobús La Joya-Santa Úrsula.
El agresor dispara al menos en dos ocasiones antes de que las víctimas ingresen al carril confinado del Metrobús para escapar. El ataque, investigado por la Fiscalía General de Justicia de la CDMX, es representativo de la ausencia de resiliencia ante el apetito violento.
Aunque se desconoce el contexto en el que se genera el acto —recordatorio de la película Fuera de Control del 2020—, nada justifica la reacción. Es inconveniente y además arriesgado responder una ofensa, de cualquier tipo, con otra de mayor magnitud o intensidad.
Como ciudadanía contamos con la disponibilidad de los insumos de una cultura de paz, cuidado y cautela, durante el odioso tráfico y ante la elemental probabilidad de accionar un arma.
El tránsito altera, desespera, enoja. Puede conducir a reacciones abiertamente ilegales y por lo tanto punibles contra otros automovilistas o peatones. La ira al volante debe frenarse; debe morir, a propósito de este 1 de noviembre.
En la Ciudad de México, en promedio, los automovilistas pasan 158 horas al año en el tráfico, según el Inrix Global Traffic Scorecard del 2019, previo a la pandemia, y circulan 6.2 millones de vehículos de acuerdo con el INEGI. Se han publicado notas que hablan de aumentos de entre 5 y 19% del tráfico. Afortunadamente, episodios de violencia armada como el expuesto en redes sociales son aislados.
La capital nacional vive un ambiente festivo después de un fin de semana fantástico con 2.5 millones de personas en el desfile de Día de Muertos, un récord, y con 395 mil 902 asistentes a la Fórmula 1 y un saldo blanco, confirmado por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, en reivindicación de una enorme capacidad de convivencia capitalina.
La muerte, fascinante y atemorizante, es multiplicadora de un armónico valor societal. Mantengámoslo hasta lo inevitable. De ahí la relevancia de programas como Sí al Desarme Sí a la Paz y la práctica de la cardinal virtual de la prudencia contribuyente de evitar el uso de armas.
La sana coexistencia comienza con nuestro entorno. Fomentarla es responsabilidad y beneficio de todas y todos. Antes, en el hogar, hay que resolver los temas que orillan a pensar en su empleo.
