El metro de la Ciudad de México inició un proceso de consulta a la población para decidir si aumenta la tarifa de este servicio en 2 pesos. El aumento es fuerte en términos porcentuales, 67%, pero no alcanza a cubrir, ni de lejos, el costo de operación, que es cercano a los 12 pesos por viaje.

 

La Ciudad de México cuenta con un metro importante a nivel mundial, al superar los 200 kilómetros de servicio y los 4.8 millones de pasajeros diarios. 12 líneas no son cualquier cosa, 1500 millones de pasajeros al año, tampoco.

 

Estamos llegando a un punto en el que si bien todavía podrían construirse otras líneas más, el crecimiento tenderá a ser más moderado mientras no se tenga otra política de financiamiento. Como siempre ha estado subsidiada la operación del metro, más líneas, más subsidio.

 

En los primeros 9 meses del año, el metro ha tenido costos (incluyendo depreciaciones) por 13,578 millones de pesos por lo que equivale a 18 mil millones anuales y un ingreso por tarifa de apenas 4,300 millones, además de que un 10% de los usuarios no paga (adultos mayores, niños menores de 5 año, personas con discapacidad, etc.). Si sólo consideramos los costos directos (administración, operación y créditos), el costo es de 9 mil millones, lo que exige subsidios por unos 4,500 millones, sin invertir un peso en mantenimiento mayor.

 

Con estas cifras bastaría para demostrar la necesidad del aumento, pero en realidad el Sistema de Transporte Colectivo Metro tiene planes ambiciosos para mejora de la infraestructura existente y una pequeña ampliación de 4 kilómetros. La línea 1 quedará como una línea moderna, trenes nuevos con aire acondicionado, andenes con puerta (es decir, los pasajeros no se podrán asomar a las vías para ver si viene el tren). También se incrementará la vigilancia y, dicen, evitarán el comercio informal dentro de los trenes. Otros argumentos poderosos en pro del aumento.

 

Adicionalmente, hay que comentar que la ciudad capital ha vivido un proceso lógico de encarecimiento del suelo donde hay metro. Gentrificación, le llaman. Esto significa que quien vive cerca de las estaciones tiene mejor nivel económico, y usa más el metro. Por tanto, el subsidio enorme está siendo dirigido a la clase media y no a los más pobres que antes de abordar el metro deben tomar otro transporte sin subsidio.

 

Aquí entonces llegamos al absurdo: ¿debe el Gobierno del Distrito Federal consultar estos aumentos? Todo parece indicar que son riesgos medidos. La encuesta dará un abrumador sí y anulará los costos políticos del incremento en la tarifa. Malo que prometen que este será el único aumento del sexenio. Bueno que nadie podrá cuestionarlo.

 

Ninguna otra ciudad en el país puede subsidiar sus servicios a este nivel. Las ciudades mexicanas no pueden construir sistemas de transporte, menos aún llevar una carga anual para su operación. Sin embargo, en el caso del DF nos damos el lujo de consultar un aumento imprescindible.

 

Por último, sólo el 22% de la población del Distrito Federal está usando el metro y 1% mas los otros servicios del GDF (transportes eléctricos y RTP). Para todos los demás, 6 millones de personas, no hay subsidio en el transporte. Muchos lo necesitan, pero el recurso disponible se lo lleva el metro.

 

Por tanto, el incremento no significa que haya una política de precios. Estamos lejos de esto, así que una mejor pregunta que “¿Estás de acuerdo con el aumento al precio del metro?” sería “¿Estás de acuerdo con que el actual subsidio al metro se distribuya entre todos los modos de transporte público dando prioridad a los usuarios de menores ingresos?”. La primera pregunta no construye una política pública, la segunda sí, y es lo que hace falta.

 

 

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