Una frase o un principio aislado pueden justificar abusos.

 

Las redes sociales están llenas de aforismos que buscan la justificación o la descalificación.

 

Lo anterior viene a cuenta porque a partir de las quejas contra la llamada “Tarifa dinámica de Uber”, muchos salieron a justificarlos: “es la ley de la oferta y la demanda, natural en un sistema capitalista”.

 

Decir que en un sistema capitalista toda mercancía o servicio está regido por la “ley de la oferta y la demanda” y que cada da quien pague el servicio o mercancía que puede al precio que le pongan, es una falacia.

 

Hay momentos en que se recomienda la intervención del Estado para regular precios y evitar que se estiren al máximo, empujados, a veces, por la especulación, más que por la demanda.

 

Por ejemplo, cuando se trata de proteger productos o medidas que tienen un beneficio para salud, la seguridad, o la alimentación. Las tortillas, el gas, etc, etc.

 

El medicamento contra la Influenza tiene un precio máximo porque, de lo contrario, el mercado elevaría su costo a precios que sólo algunos pueden pagar. Sobre todo ante una emergencia. Si no sucediera así, las farmacias y laboratorios podrían pedir lo que quisieran por una dosis que salvaría una vida, y habría quien lo pagaría. Con una sola vacuna, el laboratorio o farmacia, ganaría más que vendiendo todo un lote.

 

En ese caso no podemos decir que es válido porque vivimos en un sistema capitalista y existe la “ley de la oferta y la demanda”. La “ley de la oferta y la demanda” no puede pasar sobre los derechos humanos, como el derecho a la salud. E intentarlo es un motivo para que el Estado intervenga y los proteja.

 

¿Qué tiene que ver Uber en esta breve reflexión sobre las “ley de la oferta y la demanda”?

 

Es simple. Ese sistema que presta un servicio de transporte tiene una modalidad que se llama “Tarifa dinámica”.

 

La aplica cuando hay mucha demanda. Por ejemplo: en un concierto.

 

Cuando alguien solicita un vehículo después de un concierto, aparece la leyenda “Tarifa dinámica”. Lo que quiere decir que el precio puede subir hasta 100%... o más. No tiene tope.

 

La gente puede decidir si lo toma o lo deja. Si se va a Taximex o a la base más cercana, al taxi de la calle o a los taxis que se aparecen sólo en conciertos.

 

Al fin y al cabo está en un concierto al que fue porque quiso. Y sabía que saldría en la madrugada, cuando el Metro está cerrado. Y para evitar las filas de estacionamiento, dejó el carro en casa. Sí así lo desea pagará lo que le cobren, así parezca un exceso.

 

La contingencia y la salud

 

El papel de Uber en tiempos de Contingencia Ambiental no puede equipararse al tema de Uber en un concierto.

 

Ellos dirán que sí y justificarán una mayor ganancia a costa de todo. El capital no tiene ética, ni le interesa el bien común. Por eso se declaran guerras para subir el precio del petróleo o, nos dice la historia, se han creado virus para vender vacunas.

 

Es ahí donde entra el Estado. Para regular, informar, y hasta sancionar conductas que afecten a las personas, o que entorpezcan una estrategia de Estado en favor de la seguridad, alimentación, o la salud, entre otros derechos humanos.

 

No hay que olvidar que una Contingencia Ambiental es una medida del Estado para proteger la salud de los ciudadanos.

 

Y si en medio de una emergencia en favor de la salud viene un grupo o empresa, con medias verdades a engañar, sorprender o robar a los usuarios, el Estado tiene la obligación de intervenir para evitar este tipo de situaciones. ¿Cómo? Hay muchas formas.

 

Utilizando las sanciones, que pueden ir desde las económicas hasta la realización de una campaña informativa para que la gente no se deje sorprender.

 

Esta forma de actuar de Uber me recuerda algunos casos rapiña y voracidad que no distan mucho de lo que hace la empresa.

 

Por ejemplo, cuando hay sujetos que después de un temblor u otro fenómeno natural, utilizan la necesidad de la gente para vender botellas de agua a precios de oro, o galletas como si fuera el más caro de los manjares.

 

¿En ese caso alguien saldría a decir que es la ley de la oferta y la demanda?

 

No lo creo. Y no hay que olvidar que la Contingencia Ambiental es una emergencia para proteger la salud de la gente, y que la contaminación también cobra vidas.

 

Otro aspecto importante es que la Constitución le da al Estado, en su artículo 38, el carácter de Regulador.

 

Por si alguien tiene duda, puede checar la tesis jurisprudencial de la Suprema Corte de Justicia publicada el 22 de enero pasado, que dice:

 

“De la exposición de las razones del Constituyente Permanente en relación con la reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación el 11 de junio de 2013, se observa que el modelo constitucional adopta en su artículo 28 la concepción del Estado Regulador, entendido como el modelo de diseño estatal insertado para atender necesidades muy específicas de la sociedad postindustrial (suscitadas por el funcionamiento de mercados complejos)”.

 

Más claro, ni el agua.

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