Ayer domingo el país dio un gran paso. A veces se nos olvida que avanzar también significa poner un pie delante del otro y el fin de semana pasado los ciudadanos de México lo han hecho. Han avanzado.

 

El Pacto por México y sus 95 acuerdos suscritos por los tres principales partidos políticos del país, seguramente recibirán todo tipo de críticas y serán sujeto de suspicacias -muchas de ellas con razón- pero que deben ser bienvenidas en una sociedad democrática que debe acostumbrarse al debate civilizado de las diferencias.

 

Lo que no se puede perder de vista es que este pacto -por la calidad de los asuntos de la agenda pública que aborda, por su especificidad y calendarización, y por la oportunidad con la que llega- es el de mayor trascendencia que hemos visto en México en mucho tiempo.

 

Si bien no se puede negar que los acuerdos que contiene el pacto son producto de la negociación política que semana atrás entablaron Enrique Peña Nieto con los líderes de PAN, PRD y de su propio partido, el PRI, lo cierto es que una gran mayoría de estos acuerdos son consecuencia de las presiones sobre los hombres del poder, ejercidas por una multitud de organizaciones ciudadanas y fruto de una sociedad civil más organizada y participativa. Este pacto es un avance no gratuito.

 

Hasta hace poco era impensable que los políticos en el poder asumieran públicamente compromisos concretos en asuntos como la transparencia y rendición de cuentas en el ejercicio de los presupuestos en los distintos niveles de gobierno, la supervisión ciudadana de los presupuestos publicitarios de los gobiernos, las reformas puntuales para transformar a Pemex con tiempos específicos, o la firma de compromisos para abrir en serio la competencia en telecomunicaciones, radio y televisión, tantas veces pospuesta.

 

Claro que en este pacto no están contenidos todos los temas pendientes y urgentes acumulados a lo largo de los últimos años, sin embargo sí es un catálogo mínimo de asuntos públicos relevantes que, de llevarse a cabo como se han planteado, transformarán radicalmente la agenda pública hacia los próximos años.

 

Pero quizá lo más relevante de los acuerdos suscritos ayer en el Pacto por México es que éste se convierte en una especie de “hoja de control” para los ciudadanos y para sus organizaciones en los meses por venir.

 

Por primera vez hay un “check list” de compromisos políticos sobre la mesa, firmados por las tres fuerzas políticas que dominan el Congreso y por el Ejecutivo, lo que permitirá evaluar a la clase política y, en todo caso, forzarla a una pública rendición de cuentas sobre estos compromisos, con el premio o castigo correspondiente por sus resultados. Por eso ahora la pelota está en la cancha de las organizaciones ciudadanas (y también de la prensa en su rol de testigo de los hechos) para juzgar el nivel de cumplimiento de los firmantes.

 

Estoy convencido que ayer se dio un paso delante, de los que se reclamaron por mucho tiempo. Un avance, no gratuito, cuya calidad será evaluada y juzgada en su momento, pero que por ahora debe ser reconocido.

 

Peña Nieto y los líderes de PRD, PAN y PRI que la firmaron, ahora merecen tener el beneficio de la duda.

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com

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