¿Hacia dónde va la economía en el corto plazo? Hoy por hoy cualquiera podría atreverse a responder que ello (casi) depende del estado de ánimo del interrogado, incluso si este último es un profesional de la economía.

 

En México, cuya dependencia del ciclo estadunidense es notable, las diferencias no han sido menores. Al inicio del año los pronósticos de crecimiento de la economía de la mayoría de los analistas estuvieron entre 2.8% y 3.3%, sin embargo cuatro meses después este rango ya se había revisado fuertemente al alza hacia 3.4% y 4.2% con una clara tendencia hacia 4%. Pero durante las últimas semanas de julio e inicios de agosto la cautela ha vuelto por lo que los expertos más optimistas apuntan hacia 3.9%, mientras que en el piso los pronósticos siguen cercanos a 3%.

 

El caso es que los pronósticos económicos -incluyendo los que realizan los grupos de análisis más acreditados- son tan dispares que lucen más como acertijos que como resultado analítico del comportamiento de un puñado de variables económicas y financieras. Para el caso de los mercados financieros globales, las diferencias se exacerban aún más.

 

La razón de porqué los pronosticadores profesionales de la economía tienen ahora peor tino que el de los encuestadores en la última elección presidencial, es simplemente porque ahora, más que nunca, el comportamiento de los mercados financieros globales se encuentra en las azarosas manos de los políticos.

 

Una declaración, una interpretación o un silencio de la primera ministra alemana, Angela Merkel, o del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, son suficientes para que los índices de la Bolsa de Madrid o la de Milán o el precio de los bonos españoles sean azotados por los inversionistas o desaten su euforia. Y ello tiene repercusiones inmediatas sobre las expectativas económicas de los expertos.

 

Por eso el tiempo que pasará la economía española en vilo tiene más que ver con la tardanza de los acuerdos en Berlín y Bruselas, que propiamente con el cumplimiento del déficit español. O la suerte que corra el dinamismo de la economía mexicana en el segundo semestre tendrá que ver más con las decisiones económicas que tome Obama de cara a la elección presidencial de noviembre próximo, que con la tasa de interés en México.

 

Si los pronosticadores de la economía ya gozaban de una fama de no ser muy precisos, pues en estos tiempos con mayor razón. De allí que -y a pesar de que los indicadores adelantados de INEGI ya muestren que la desaceleración económica en México ya comenzó- he optado por ver el vaso medio lleno.

 

Creo que los europeos no tienen más opción que buscar salidas a la brevedad, que Obama ganará las elecciones, desinflará el entuerto fiscal que tiene enfrente y que la FED seguirá apuntalando la economía. Elementos externos suficientes como para que la economía mexicana crezca alrededor de 3.9% en este año, igual que el anterior.

 

Sólo es cuestión de ver el vaso medio lleno.

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com

 

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