Camina sin llamar la atención por los pasillos de The Venetian, en Las Vegas. Nadie repara en él. Es Paul Maritz, CEO de Pivotal, empresa que genera inteligencia de negocios a través de análisis complejos que realizan sus data scientists.
Yo la verdad no lo puedo creer. Lo persigo entre los ingenieros del EMC World, los esquivo para acercarme. Hace algunos años era imposible estar siquiera a un metro de este personaje.
Entre 1986 y 2000, era uno de los vicepresidentes de Microsoft. Para ser más precisos, cuando la empresa de Redmond, Washington, era respetada y todopoderosa, él era uno de los jefes de desarrolladores. Uno de los tres genios radicales que dictaban qué tecnología usaría el planeta, las masas.
Después de Bill Gates y Steve Ballmer, estaba Paul Maritz.
Él estuvo detrás de productos como Windows 95, Windows NT y Explorer. La verdad los ingenieros hard core saben muy bien lo que indican sus credenciales. Es más, la frase: “eating your own dogfood”, un mantra entre los ingenieros de la compañía, se le atribuye a él.
Trabajó en Intel antes de irse a Microsoft, entre 1981 y 1986. Después de 14 años en Redmond, en el año 2000, en medio de un pleito con el gobierno de Estados Unidos que los acusaba de monopolio, se retiró “por motivos personales”.
Fue un gran golpe para Gates, uno de los pilares de Microsoft se unió a la oleada de renuncias de directivos. La verdad de este rompimiento, hasta hoy, no se conoce.
Al salir creó una empresa llamada Pi, que luego fue comprada por EMC. Lo hicieron presidente de la división a cargo de la infraestructura de la nube. Luego lo nombraron CEO de VMware y después fue el estratega en jefe de la firma que dirige Joe Tucci. Sigue en ese corporativo. Hoy es el jefe de Pivotal, compañía que se dedica a crear una nueva plataforma de conocimiento. Es muy complejo el saber que actualmente trata de aterrizar Maritz. En resumen, agrupa varias pequeñas empresas y servicios: Greenplum, Cloud Foundry, Spring Cetas, Pivotal Labs, GemFire y varios productos de EMC y VMware.
Crean aplicaciones a partir de grandes bases de datos, en tiempo real. En abril, General Electric invirtió 105 millones de dólares en Pivotal. Las compañías anunciaron que desarrollarán servicios de análisis avanzados a partir de esta alianza.
Su plan, en términos simples, se llama Industrial Internet.
Se trata del llamado “internet de las cosas”, es decir, ponen chips en todas partes y miden todo.
Por ejemplo, las turbinas de los aviones. Estas turbinas mandan información en tiempo real a una base de datos, que va siguiendo todo su comportamiento. Cuando algo cambia en el rendimiento del combustible, hay una falla o se registra un problema, pueden hacer los cálculos para predecir cuándo ocurrirá lo mismo en otro dispositivo similar, pueden saber en qué condiciones pueden ahorrar más combustible o hacer más eficiente y rápido el desplazamiento.
También ponen chips en bolas y palos de golf, balones de soccer y en otros lugares que necesitan lecturas matemáticas que ellos pueden traducir a nuestro lenguaje. Crean escenarios con los números. Se adelantan a lo que viene.
Alcanzo a Paul Maritz en The Venetian. Me pide identificarme y me dice que tiene mucha prisa antes de irse sin aceptar ser entrevistado. Insisto:
–¿El big data cambiará al mundo?
–Eso yo no lo sé, yo soy el hombre de la tecnología…
–Nate Silver, pienso en él…
–Es un montón de especulación en este momento…
Y se va casi trotando, a ocultarse en alguno de los salones en donde nadie lo reconoce como el hombre que algún día transformó el uso de las máquinas en este planeta, uno de los genios que consiguió que las masas aprendieran a manipular las PC´s. Huye de su pasado. No quiere hablar de Microsoft. Hoy es visto como el futuro, como el líder de un grupo de expertos que quiere hacer que las cosas hablen. Algo que apenas comenzamos a comprender los simples mortales que suponemos ser sofisticados e inteligentes al jugar con nuestros smartphones y escupir frases en Twitter.