La calidad de los servicios de salud no debería ser un asunto de percepciones. Las cifras para evaluar el acceso a un servicio hospitalario tienen que ver con la existencia de hospitales, la disponibilidad y capacidad de los médicos, la existencia de medicinas, los pacientes atendidos… Son números, pues.

Pero se ha vuelto un tema de percepción o al menos eso parece. Hay un esfuerzo constante de los gobiernos por presentar cifras que hablen de una mejora en el servicio. No es un esfuerzo que haya iniciado con este sexenio, ni con el anterior.

Es una promesa que casi podría convertirse en un cliché porque una de las metas de muchos gobiernos ha sido siempre mejorar los servicios médicos.

La diferencia podría caber en cómo se abordó el problema; con la construcción de hospitales con la iniciativa privada en los últimos sexenios priistas, la subrogación de servicios, la mejora en las compras de medicamentos. La lista de proyectos y sugerencias sigue.

El problema es que la salud (o la falta de ella) es una situación tangible y comprobable en más de un sentido. La población casi en inmediato resiente la falta de un servicio médico y busca alternativas.

Un ejemplo con el debate de situaciones se dio ayer en Oaxaca. Circuló un comunicado firmado por la encargada de la dirección del hospital general Aurelio Valdivieso, Roxana Ríos. En el comunicado se anunció la suspensión de cirugías programadas y derivó a los pacientes a la red obstétrica.

En un intercambio de comunicados, los trabajadores sostuvieron que no existían los suministros suficientes para dar servicio. No hay calderas, no hay gas ni diésel suficiente para calentar los alimentos para médicos y pacientes. No hay insumos, los trabajadores aseguran que no hay condiciones para atender cirugías y suspendieron los servicios.

Pero en un mensaje posterior, el sistema IMSS-Bienestar aseguró que sí era posible tener condiciones, que se estaban atendiendo las carencias que el personal había denunciado y que no era necesario que las operaciones en el hospital más grande de Oaxaca se suspendieran.

Siguió compartiendo fotografías de las reuniones y las pláticas con los trabajadores. La contraparte en redes sociales fueron fotografías de los anaqueles vacíos, de los tanques de combustible a medio llenar y el recordatorio de que el reclamo de los trabajadores no es nuevo.

La denuncia, además de en las redes sociales, se compartió en las redes del colectivo Cero Desabasto. Una agrupación ciudadana que documenta las carencias en el abasto de medicamentos en todo el país, tanto en el ámbito público como en el privado y ha sido descalificada más de una vez por tener “otros intereses”, sin especificar cuáles.

Creo que el problema de debatir si es posible atender a los pacientes en condiciones críticas es que el único que pagará el precio va a ser el paciente. Y aquí la duda genuina: ¿las energías no deberían estar enfocadas en resolver las urgencias, más que en determinar quién tiene razón en el reclamo?

 

     @rf59

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