El Barcelona se fue al diablo. Y viene el derby contra el Real Madrid, en el que se definirá la Liga. No, no literalmente, pero sí por las estadísticas, ya que el Real Madrid se coronó en siete de ocho veces que ha recibido el partido en la segunda vuelta yendo como líder.

 

Se trata de un Barsa desconocido, que ha perdido en sus dos últimas salidas y ha dejado en el camino 13 de los últimos 27 puntos, perdiendo el liderato del torneo que mantuvo la mayor parte del torneo, en cerrada lucha con el Atlético de Madrid.

 

Hoy ya ni siquiera lucha con los colchoneros, que son segundos, y está lejos, a cuatro puntos del líder, el odiado para ellos equipo merengue.

 

Todo desde que se destapó la cloaca que fue la contratación de Neymar, en la que unos 40 millones de dólares se fueron no se sabe bien a dónde, pero todo indica que formaron parte de una simulación en la que el sueldo del futbolista trató de escondérsele a Hacienda y a los socios del club.

 

Neymar no ha conseguido el protagonismo que se requería de él, y lo peor es que Lionel Messi no ha recuperado el nivel que llegó a tener, después del rosario de lesiones que lo apartaron casi media temporada.

 

Se llevaron al brasileño con la clara intención de ofrecer variantes ofensivas al rosarino, tan exigido el curso anterior que acabó desfondado; pero el club renegó nuevamente de la incorporación de un central de garantías que diera relevo al capitán Carles Puyol y apretara las clavijas al disperso Gerard Piqué. También se alargó el crédito al volante Cesc Fábregas, decepcionante en su segunda campaña de azulgrana y llamado a tomar el testigo del internacional Xavi Hernández.

 

Neymar, Piqué y Fábregas fueron los tres sustituidos el domingo, una vez el Barsa permitió gol en una jugada de balón parado, donde ha concedido ocho de sus 22 tantos encajados.

 

La crisis puede acentuarse aún más a media semana, pues el equipo azulgrana recibe el miércoles al Manchester City por la vuelta de octavos de final de la Liga de Campeones con ventaja de 2-0.

 

Su último descarrilamiento en Valladolid, donde solo el astro Lionel Messi creo cierto peligro, aunque sin apenas esfuerzo ni tampoco el premio de otras ocasiones, vino a confirmar que la tendencia decadente del Barsa, más que un accidente, parece una muerte anunciada y que no es descabellado pensar en que terminen derrotados ante el City.

 

Pocos esperaban que la transición de equipo de época bajo la batuta del técnico Pep Guardiola, con la conquista de 14 títulos en cuatro años, resultara libre de traumas. Pero el 7-0 global infligido por el Bayern Munich en las últimas semifinales de la Champions fue un duro despertar de tan lindo y largo sueño.

 

Ahora, después de dejar ir una cómoda ventaja al frente del torneo, está claro que no repetirá con el título porque requiere un desastre en los dos equipos de Madrid. Y no se ve cómo este fin de semana los culés sean capaces de sacar la victoria del Bernabéu.

 

Pero más que carencias, el equipo viene exhibiendo en 2014 una alarmante falta de rumbo y pasión necesaria para revertir situaciones adversas. Una vez que Sandro Rosell, ex presidente del equipo dimitió por el caso Neymar, la falta de timón institucional se ha filtrado a todos los estamentos del club incluido el banquillo, donde el Tata Martino es cada vez más cuestionado, tanto dentro como fuera de la caseta.

 

"No faltó actitud. Faltaron ideas. Nos pudo la impotencia", dijo Martino tras el duelo en Valladolid.

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