Dos semanas y media después de su inicio en Düsseldorf, el Tour sube por encima de los 2 mil metros, esas altitudes en las que los organismos se ponen al límite y donde los auténticos escaladores marcan las diferencias.
La ronda francesa reservó la alta montaña para su tramo final, tras haber puesto en su menú puertos más cortos y explosivos y con altitudes más moderadas.
Una novedad en carrera francesa que también ha apostado por reducir las llegadas en alto, lo que he dado como resultado que la recta final se decida con la clasificación general más apretada de la historia.
Entre el maillot amarillo, el británico Chris Froome, y el cuarto, el colombiano Rigoberto Urán, hay solo 29 segundos y hasta el séptimo de la general, el británico Simon Yates, las diferencias son de 2.02.
«Las elevadas altitudes ponen a prueba a los organismos y, con frecuencia, suelen dar como resultado desfallecimientos que suelen abrir más diferencias», asegura el director deportivo del Tour, Thierry Gouvenou.
caem