Andy tiene un papá poderoso… pero él no lo es. Sin embargo, desde la cima en la que observa el mundo entero, cree que por el simple hecho de llamarse igual que su padre el universo entero le debe reverenciar.

Andy, al igual que sus hermanos, por derecho de sangre es usufructuario de todo cuanto ha hecho su progenitor, pero se equivoca olímpicamente cuando exige que se le trate como si fuese una deidad sólo por ser “el hijo de…”. Pero así no funcionan ni la vida ni la política. Sí, puede ser que las herencias pesen, definan y determinen, pero primero hay que tener hechura, estatura y nivel. Y eso es algo que Andy todavía no tiene por partida triple.

Sí, es el secretario de Organización del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido político que en estos momentos parte el queso en todo México. Pero todo mundo sabemos que a la fecha no ha hecho absolutamente nada para ser merecedor de esa posición. Si acaso ser “el hijo de ya saben quien”. Y nada más.

Y el botón de muestra está, además de muy fresco, a la vista de todos: recién se celebraron (el fin de semana antepasado) los comicios para renovar las alcaldías de Durango (39) y Veracruz (212) y, a pesar de los pronósticos de que el morenismo arrasaría en ambas entidades, lo cierto es que los números finales arrojaron resultados que dejaron muy decepcionados a los ejércitos guindas.

Ni Andy ni Luisa María Alcalde Luján, la líder nacional de Morena, pudieron entregar cuentas contundentes a pesar de tener todo el aparato a favor para hacerlo y eso les deja a ellos dos, la contundente conclusión de que todavía están muy verdes para ser los operadores políticos que creen ser (se deberían acercar a Mario Delgado y a Citlalli Hernández para pedirles consejo).

El baño de realidad para Andy y para Luisa María fue helado: Durango y Veracruz les dejaron el aprendizaje de que la oposición, esa que ellos consideran “moralmente derrotada”, está más viva que nunca y que el oficialismo no es esa aplanadora invencible con la que arrasaron en el 2018. Y esa es la verdadera razón por la que se dedicaron a vender, desde el episodio más reciente de “la moreniza”, el libreto de “yo me llamo Andrés Manuel López Beltrán y mi más grande orgullo es llamarme como el mejor Presidente que ha tenido este país. El llamarme Andy es demeritar eso, quitarme ese legado, quitarme ese nombre y eso fue lo que hicieron en Durango, donde Alito (Alejandro Moreno) y (Rubén) Moreira nunca me mencionaron por mi nombre, ¿por qué? Porque les da miedo y saben lo que vale el nombre y saben lo que vale el legado de Andrés Manuel López Obrador. Ojalá dejen de llamarme con diminutivos y nombres que no son mi nombre”.

Vaya, vaya… Ahora resulta que las victorias y las derrotas políticas se construyen a partir de los nombres de aquellos que ni siquiera aparecen en la boleta. A esto le llamo yo tener la autoestima muy alta.

Nada más si te quiero recordar una cosa muy pequeñita, insignificante: Andrés Manuel Jr., el primero en llamarte Andy frente a todo México fue tu propio padre.

 

Contacto.- www.lapoliticamedarisa.mx

alessandriniyazmin@yahoo.com.mx

Twitter / X: @yalessandrini1

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *