Vamos a ponernos serios: El entorno económico de México luce bastante complicado y comprometido desde antes de que se presentara el tsunami llamado Donald Trump. Y es que el tema va más allá de aranceles, órdenes ejecutivas y la ya conocida animadversión que le profesa a nuestro país el flamante presidente estadounidense. A nivel intestino estamos en problemas.
…Serios problemas.
Y no lo estoy diciendo yo. Tampoco son los analistas y los opinólogos, por si alguien quiere acusarlos de conspiranoicos. Lo dice nada menos que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). O sea, el Gobierno mismo. Y es que, al principio de la semana que está por concluir, el despacho que encabeza Graciela Márquez Colín dio a conocer que en diciembre de 2024 la actividad industrial del país cayó 1.4% a tasa mensual y con cifras desestacionalizadas, mientras que a tasa anual descendió 2.4%, lo que se traduce en la peor caída que tiene esta actividad para un mismo periodo desde el 2019, cuando sufrió un desplome del 2.8%.
Palabras más-palabras menos, los cuatro principales sectores que conforman la industria mexicana (minería; generación de energía eléctrica, agua y gas; construcción e industria manufacturera) se están contrayendo y una de las principales razones de esta contracción está vinculada con la incertidumbre que está generando el tremendo desaseo con el que se está realizando el proceso de renovación del Poder Judicial. Los inversionistas y los empresarios (nacionales y extranjeros) no tienen confianza ni certeza en el futuro inmediato.
Los números son fríos y merecen toda la atención del Gobierno Federal, empezando por el titular de la Secretaría de Economía, Marcelo Ebrard Casaubon, porque al final del día no todo tiene que ver con Donald Trump y nuestra relación comercial con los Estados Unidos: Esta contracción a tasa mensual, explicó el Inegi, fue la mayor caída del indicador desde noviembre de 2023, cuando bajó a 2.3%; mientras que la desaceleración anual fue la segunda peor caída del año, sólo por debajo de la de octubre de 2024, cuando descendió 3.3%. Además, diciembre marcó el cuarto mes consecutivo de contracciones anuales para el indicador, un fenómeno que no se observaba desde el periodo comprendido entre mayo de 2019 a febrero 2021.
Y lo cierto es que ningún sector ha podido salir bien librado en los meses más recientes, por lo que la caída se ha generalizado principalmente en la industria de la construcción con un -2.1%; en la de generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica, suministro de agua y de gas natural por ductos al consumidor final con un -1.9 %; las ramas manufactureras también se desplomaron un -1.2% y la minera hizo lo propio a un ritmo de -1%.
Definitivamente esto ya es una crisis y ya está afectando tanto el desarrollo como la competitividad del país. La situación amerita implementar medidas de urgencia, pero desde el Gobierno deben considerar la participación de todos los actores involucrados para encontrar las soluciones apropiadas en el inmediato, el corto y el mediano plazos, porque recurrir a los monólogos y a las respuestas unilaterales sólo va a agravar esta situación que, insisto, va mucho más allá de la tremenda bronca en la que estamos metidos con Donald Trump y los Estados Unidos. De hecho, son dos problemas totalmente distintos.
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