Claudio X. González Guajardo, hijo del magnate sonorense Claudio X. González Laporte, mandamás del Grupo Kimberly-Clark México (Huggies, KleenBebé, Cottonelle, Pétalo, Suavel, Vogue, Delsey, Kotex, Kleenex, Escudo, etcétera), considerado uno de los hombres de negocios más poderosos del país, no entiende que no entiende.
Todavía no se cumple un año de su estrepitosísimo fracaso como el arquitecto de la alianza Fuerza y Corazón por México, que impuso y catapultó a la panista Xóchitl Gálvez Ruiz como la candidata de la coalición PAN-PRD-PRI a la presidencia de la República (fue aplastada en las urnas por la morenista Claudia Sheinbaum Pardo por 60% de la votación) y aún no logra asimilar que en política no se pueden andar haciendo cosas malas que parezcan buenas.
O viceversa…
Quienes hayan leído la nota “Tras empresas ‘fachada’ está Grupo Huixquilucan”, publicada el sábado por el diario Reforma, saben perfectamente a qué me refiero.
Y es que, al interior del Partido Acción Nacional (PAN), hay muchos blanquiazules que reconocen que detrás de este misil mediático en contra del senador mexiquense, Enrique Vargas del Villar, está el Junior Tóxico (Claudia Sheinbaum dixit), quien se está valiendo de su cercanía con el expresidente Felipe Calderón Hinojosa para bombardear a los pocos liderazgos sólidos que todavía le quedan al blanquiazul para hacerse del control del partido que fundó Manuel Gómez Morín en 1939 y que en la actualidad vive un momento complicado, ya que tras la derrota en la elección presidencial de 2024 perdió a 26% de su militancia.
Por lo tanto, no fue ninguna coincidencia que el primero en darle bola a la nota de Reforma en sus redes sociales (en la plataforma “X”, para ser más específicos) haya sido Calderón Hinojosa.
Fuego amigo cortesía de alguien quien en un par de ocasiones anteriores intentó apoderarse (sin éxito) del control de Acción Nacional. Dos figuras desgastadas que creen que si se unen podrían beneficiarse mutua y simbióticamente.
Claudio Jr. no quedó nada conforme con el resultado que obtuvo en la última elección federal. Porque esa derrota no fue para Xóchitl ni para la coalición opositora. Fue para él y para su ambición personal. El único aprendizaje que abrevó de ese revés, según él, es que si se apodera de un partido político ahora sí podría forzar un desenlace que le beneficie.
Pero nuevamente se está equivocando, porque está atacando a objetivos que en instinto y oficio le llevan millones de años luz de ventaja. Enrique Vargas tiene un capital político importante al interior del PAN y eso quedó demostrado el pasado fin de semana durante la sesión extraordinaria del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) panista que se celebró en la sede nacional albiazul ubicada en el sur de la Ciudad de México. Ahí, el presidente nacional blanquiazul, Jorge Romero Herrera, se refirió al de Huixquilucan como uno de sus colaboradores más cercanos. Cuenta con su apoyo y su respaldo. Punto.
A Claudio le urge ubicarse y entender que si quiere llegar al PAN tiene que aprender a hacer las cosas por las buenas y no en lo oscurito.
Porque si piensa que nadie se va a dar cuenta de que él aventó la piedra está muy equivocado.
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