La patraña esa de “vamos a pasar de la austeridad republicana a la pobreza franciscana”, utilizada en julio de 2022 por el hoy expresidente Andrés Manuel López Obrador no es más que eso: una burda patraña. Olvídense del choro mareador de que el tabasqueño sólo traía un billetito de 200 pesos en la cartera o de que no tiene tarjeta de crédito y que jamás ha tenido una cuenta bancaria, pues este señor y varios miembros de su familia y sus colaboradores más cercanos se valieron del poder y del discurso barato de “vivir en la justa medianía” para convertirse, en tiempo récord, en verdaderos millonarios, corroborando así la frase que en su momento acuñó el escritor brasileño Paulo Coelho: “Cuando un político dice que acabará con la pobreza se refiere a la suya”.
Pero no se enojen. Mejor deberían acercarse a los hermanos Andy y Gonzalo López Beltrán para que les den un buen seminario de consejos financieros y así se puedan convertir en un abrir y cerrar de ojos en unos prosperísimos empresarios chocolateros y cerveceros.
En una de esas hasta se pueden ir de vacaciones a Japón, hospedarse en el lujoso hotel The Okura Tokyo, pagar cenas de 50 mil pesos, comprar chácharas en las tiendas Balenciaga y Gucci, y de pilón, adquirir por módicos 30 mil dólares una exclusiva litografía de la afamada artista plástica Yayoi Kusama. ¿Apoco no sería retebonito?
Otro que también podría enseñarles a multiplicar su prosperidad es José Ramiro López Obrador, actual secretario de Gobierno en Tabasco, pues así como lo ven, resulta que es dueño de 13 ranchitos que juntos valen algo así como 9 millones de pesos. Además, Pepín resultó ser un magnate ganadero hecho y derecho, pues es propietario de 694 cabezas de ganado que todas juntas valen más de diez melones. Y ustedes sufriendo porque no pueden comprar un litro de leche y tres cuartos de molida de res.
Y algo similar ocurre con su hermano Pío (al que cacharon recibiendo sobres amarillos de dinero “para la causa” pero que el Instituto Nacional Electoral de doña Guadalupe Taddei acabó por exonerarlo y beatificarlo), pues él es dueño del equipo las Guacamayas de Palenque, el cual compite en la Liga Tabasqueña de Beisbol.
Esta novena es tan fregona que en 2021, la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano (Sedatu) le regaló 89 millones de pesos para renovar su estadio, el cual también es propiedad de Pío, quien en sus tiempos libres gusta de disfrutar del buen clima de las Islas Caimán, un paraíso fiscal al que suele viajar frecuentemente para desestresarse.
Por cierto, ¿alguien recuerda al buen Nico (Nicolás Mollinedo Bastar), quien fuera el chofer del Tsuru de Obrador y que gracias a su eficiencia fue promovido a jefe de logística del tabasqueño? Pues también le ha ido de rechupete, pues él, su esposa y sus hijos son propietarios de 64 hectáreas en frente de una de las estaciones principales del Tren Maya: la de Tulum, la cual se construyó al lado de un parque turístico propiedad de, ¿quién creen? Sí, de la familia Mollinedo Portilla. Los hermanos Nicolás, Samuel e Isaac René, los hijos de “Nico”, administran un terreno de 64 hectáreas que tiene un cenote y cuenta con regaderas, palapas, área de comida, baños y un espacio comercial para la renta de snorkels.
Así que dejen de quejarse. El que es pobre es porque quiere.
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