La presidenta Claudia Sheinbaum hizo bien al no querer averiguar si era cierto o no eso del perro que ladra no muerde con su homólogo estadounidense, el republicano Donald Trump. Fue un largo y estresante fin de semana para la mandataria mexicana, pero al final logró postergar por un mes la amenaza de la imposición de aranceles del 25% a las exportaciones de México a Estados Unidos.

Victoria pírrica… pero victoria al fin y al cabo.

Pero el estira y afloja con Trump y su equipo no fue sencillo ni terso. Todo lo contrario. A cambio, México va a tener que hacer algo que no ha querido hacer durante años: Mitigar el flujo migratorio (de mexicanos, de centroamericanos y de indocumentados provenientes de otros países del mundo) hacia Estados Unidos y también ponerse a trabajar en el tema del narcotráfico, principalmente en lo que respecta a la producción y distribución de fentanilo. Nuestro vecino del norte exige y demanda resultados concretos y tangibles.

Así las cosas, ya va siendo hora de que todos los responsables de la gobernanza y la seguridad del país, me refiero principalmente a los gobernadores, se pongan en sintonía con la presidenta Sheinbaum y dejen de lado las cursilerías y las manifestaciones patrioteras que a diario comparten a través de sus cuentas de redes sociales dizque alzando la voz para defender nuestra soberanía.

Señores, ¡dejen a un lado las payasadas y verdaderamente apoyen a la Presidenta de la República poniéndose a trabajar!

Por lo pronto, la ciudadanía ya debe exigirle a Rubén Rocha (Sinaloa), Alfonso Durazo (Sonora), Américo Villarreal (Tamaulipas), Alfredo Ramírez (Michoacán), Pablo Lemus (Jalisco), Libia García (Guanajuato), Maru Campos (Chihuahua) y Marina Ávila (Baja California), principalmente, que dejen de esconderse tras las enaguas presidenciales y que asuman con seriedad y firmeza su encomienda como gobernadores. No están haciendo absolutamente nada para combatir el flagelo del narcotráfico y sólo están esperando a que la Presidenta y Omar García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana federal, se aparezcan en sus estados para sacarles las castañas de la lumbre. ¿O acaso creen que Donald Trump no tiene en su poder los expedientes de quién hace qué, cómo y dónde en sus respectivas entidades y el teje y maneje de los narcotraficantes que andan por todo México como Pedro por su casa? Dejen de voltear para otro lado y dejen de comportarse como avestruces, escondiendo la cabeza bajo la tierra. Y si no pueden, como en su momento lo dijo el empresario Alejandro Martí, ¡mejor lárguense!

Y lo mismo va para los gobernadores de las entidades que consienten y solapan el tráfico de indocumentados e incluso son cómplices de los abusos y las violaciones a los derechos humanos que a diario sufren decenas de miles de migrantes. De nada servirá que se desplieguen 10 mil elementos de la Guardia Nacional a lo largo de nuestra frontera norte si Javier May (Tabasco), Eduardo Ramírez (Chiapas), Clara Brugada (Ciudad de México), Delfina Gómez (Estado de México), Rocío Nahle (Veracruz) y Salomón Jara (Oaxaca) no mueven un dedo para frenar desde sus estados el flujo de personas que se internan ilegalmente a nuestro país.

Yo nada más les digo que un mes transcurre muy rápido y si no entregamos buenas cuentas los problemas con Trump se agudizarán.

 

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