El pasado jueves 1° de mayo se dio el relevo al interior del Instituto Nacional de Migración (INM), con la llegada de Sergio Salomón Céspedes Peregrina ocupando el lugar de Francisco Garduño Yáñez, quien dejó el cargo de director de dicha dependencia 766 días después de que murieran 40 migrantes (la mayoría de origen centroamericano) y 27 más resultaran heridos de gravedad durante un incendio que tuvo lugar en la estación migratoria del INM en Ciudad Juárez, Chihuahua.

A dos años de distancia de dicha tragedia, ninguna de las causas penales abiertas en contra de los 11 acusados han llegado a juicio: Sólo tres de los ocho funcionarios del INM imputados por la muerte de los migrantes están en la cárcel; tres de ellos salieron de prisión gracias al pago de una fianza y uno más permanece prófugo al día de hoy. Otros tres individuos, dos migrantes originarios de Venezuela (uno de ellos señalado por haber provocado el incendio) y un guardia de seguridad privada, también se encuentran en la cárcel por esta tragedia.

Mientras tanto, el principal responsable de este desastre, Francisco Garduño Yáñez, logró que en enero pasado se le congelara el procedimiento judicial en su contra por un plazo de 18 meses a cambio de seis acciones, entre ellas ofrecer una disculpa pública a las víctimas, lo cual, por cierto, todavía no ocurre. ¿Por qué? Simple: Porque así es la justicia en los tiempos estelares de la llamada 4ª Transformación, donde la ley se le aplica con todo el rigor y con todo el peso a los adversarios y a los críticos, y con dispensa y discrecionalidad a los amigos y a los fieles soldados del régimen.

El proceso legal contra Garduño Yáñez por el presunto delito de ejercicio indebido del servicio público el cual, por cierto, no es considerado como grave por nuestro Código Penal. De hecho, está clasificado prácticamente como una falta administrativa, por lo que el amigo cercano del expresidente López Obrador, puede estar completamente tranquilo, pues nadie se atreverá a tocarle un solo pelo. Por lo tanto, aunque la Fiscalía General de la República (FGR) haya determinado que existía un patrón de irresponsabilidad y de omisiones por parte del INM y que eso había provocado la tragedia de Ciudad Juárez, queda cierto dejo de sospechocismo hacia la autoridad en razón de que realizó una investigación fast track que no les tomó ni 10 días realizarla.

Ahora bien, ¿cuál es la lectura que debemos darle a la llegada de Céspedes Peregrina como nuevo mandamás en el INM tras un bienio como gobernador sustituto del estado de Puebla? Ciertamente es complicado diagnosticar cómo afrontará su nueva encomienda dentro de la administración pública, pero lo que per se ya impacta en lo positivo es que desde la Secretaría de Gobernación, a cargo de Rosa Icela Rodríguez Velázquez, se atrevieron a poner al frente de este instituto a alguien con un perfil más humanista en lugar de darle esta posición a un carcelero, porque eso es lo que era Garduño Yáñez.

Y sobre un eventual castigo para este señor, mejor vayan olvidándose de este tema, porque el destino inmediato de Francisco Garduño será idéntico al del mago Ignacio Ovalle Fernández, extitular de Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), quien desapareció 15 mil millones de pesos y anda feliz de la vida como si nada.

Mantra del día: Impunidad.

 

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