COLONIAS. Nuevos enfrentamientos entre grupos de autodefensa y fuerzas del gobierno en el violento estado de Michoacán han puesto en duda la estrategia de un comisionado federal nombrado hace un año para restaurar el orden.
Líderes de cárteles han sido capturados o abatidos, y el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha presentado a Michoacán como un éxito en la lucha contra la violencia de las drogas. Pero ahora ex integrantes de grupos de autodefensa se están enfrentando con fuerzas del gobierno y entre sí. Todas las partes han sido acusadas de estar infiltradas por narcotraficantes que tratan de controlar el territorio de los Caballeros Templarios, que controlaban el comercio, la política y la vida diaria en buena parte del estado hasta que los grupos de autodefensa comenzaron a surgir en febrero de 2013.
En el más reciente enfrentamiento, nueve civiles murieron el 6 de enero durante operaciones federales en la comunidad de Apatzingán.
Uno fue golpeado por un vehículo mientras huía de fuerzas federales que arrebataban el control del ayuntamiento a civiles armados, y ocho fueron abatidos después que supuestamente abrieron fuego contra un convoy policial, dijo el comisionado federal Alfredo Castillo.
Castillo dijo inicialmente que las víctimas fueron abatidas por el ejército, y posteriormente declaró que fue la policía federal. La investigación del gobierno se inclina ahora por una tercera versión, que seis de los muertos fueron abatidos por propios compañeros, dijo un funcionario el sábado. El funcionario, que pidió no ser identificado porque no estaba autorizado a hablar con la prensa, dijo que el gobierno daría más detalles el lunes.
Testigos y sobrevivientes disputaron esa versión de los hechos y dijeron a The Associated Press que los fallecidos eran ex miembros de autodefensas molestos porque la policía federal había arrestado a 44 de sus compañeros, y que los manifestantes estaban armados solo con palos.
A los que mataron salieron de sus camionetas gritando que estaban desarmados, dijeron testigos.
«Gritaban no tiren, no tiren, bastantes veces lo gritaron, se oía perfectamente», dijo un vecino, una de seis personas que habló a condición de no ser identificados por temor a represalias o porque no estaban autorizadas a hablar con la prensa.
Carlos Vázquez, quien durante el enfrentamiento se desplazaba en un convoy civil que seguía a la policía federal, dijo que los ex autodefensas están desilusionados con el gobierno. Como autodefensas y después como policiales rurales, el gobierno los hizo hacer «el trabajo sucio» de detener a miembros de cárteles, pero después les exigieron que entregaran las armas, dijo.
«No sabemos qué va a pasar», dijo Vázquez cerca de un mural de un personaje mafioso con un arma, fajos de dólares y un ladrillo de cocaína, y la Santa Muerte en cada hombro. «No queremos a los delincuentes… pero tampoco queremos al gobierno. Estamos hartos de ser reprimidos, de vivir así».
Castillo fue enviado a restaurar la paz en Michoacán, que durante años estuvo bajo el asedio de la violencia relacionada con las drogas y después por el levantamiento de los grupos armados de autodefensa. El gobierno capturó o dio muerte a los principales líderes del cártel de los Caballeros Templarios, excepto el principal, Servando Gómez Martínez, alias La Tuta, quien ha filtrado videos de políticos, periodistas y otros colaborando con él.
Algunos han acusado a Castillo y al gobierno de hacer un trato con La Tuta, como se sabe que el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha hecho en el pasado. Pero los funcionarios lo niegan rotundamente.
Otros critican a Castillo por usar los grupos de autodefensa como fuerza de seguridad pública cuando se han negado a abandonar las armas. Castillo los convirtió en una fuerza policial rural, incluido un grupo especial para buscar a Gómez. Pero algunas autodefensas se han mantenido activas y algunas de las fuerzas rurales han comenzado a luchar unas con otras, como un enfrentamiento en diciembre que dejó 11 muertos.
La senadora michoacana Luisa Maria Calderón, quien se espera que se postule a la gobernación del estado por el rival Partido de Acción Nacional (PAN), dice que las políticas de Castillo han sido erráticas.
«Es una situación desordenada que no puede resolverse con más desorden», señaló.
«El monopolio de la fuerza la tiene el estado y no puede delegarla a grupos de cualquier orden», declaró Calderón a Milenio televisión.
Castillo dijo que el crimen organizado ya no controla Michoacán y que los enfrentamientos recientes son «conflictos sociales» por asuntos de territorio, no señales de un deterioro de la situación de seguridad. Agregó que todas las comunidades, excepto unas pocas, viven en paz ahora.
Castillo informó que la violencia de esta semana ocurrió después que fuerzas federales tomaron el control del ayuntamiento de Apatzingán, centro de la conflictiva región agrícola conocida como Tierra Caliente. Unos 100 civiles habían ocupado las oficinas municipales desde el 20 de diciembre, que protestaban por un aumento en el precio de la electricidad y el desmantelamiento de la policía rural, según familiares de los muertos.
El funcionario dijo que la identidad las demandas de los inconformes y sus identidades no estaban del todo claras, pero que las autoridades entraron en la comunidad porque los manifestantes estaban armados. La policía federal y soldados detuvieron a 44 personas con 13 fusiles o escopetas, y confiscaron 23 vehículos.
Los manifestantes que escaparon dijeron que pidieron apoyo a la comunidad vecina de Colonias y se reagruparon en Apatzingán armados solo con palos. Un video de vigilancia dado a conocer por Castillo muestra a los inconformes golpeado vehículos de la policía federal con macanas.
Vázquez dijo que la policía disparó directamente contra una pickup blanca y una camioneta deportiva negra donde viajaba el líder de las autodefensas, Miguel Ángel Madrigal, y su familia.
La AP contó posteriormente 23 orificios de bala en la camioneta blanca, varios de ellos en el parabrisas. Tres pasajeros fueron abatidos y dos heridos en la camioneta, dijo Castillo.
En la camioneta negra murieron cinco personas, que tenían varias heridas de bala y estaban agrupadas debajo del vehículo, según fotografías que vecinos tomaron en el lugar de los hechos y que fueron autentificadas por familiares. Junto a las víctimas de la camioneta blanca había un fusil con tres cargadores de munición que no correspondían al arma. En otra foto del lugar, los cuerpos y la posición del fusil están cambiados.
Testigos dijeron que desde los vehículos no se hicieron disparos, aunque Castillo dijo que se encontraron casquillos percutidos de munición que la policía federal no usa.
Vecinos dijeron que rodearon a la policía después del tiroteo y se quejaron de las acciones de los uniformados. Investigadores dijeron a empleados de funeraria que sacaran los cuerpos del lugar rápidamente para que la multitud se dispersara, dijo un trabajador que pidió no ser identificado por temor a represalias.
«No tomaron ninguna declaración ni medición ni nada», dijo.
Dos días después, en la parte trasera de la camioneta blanca todavía había una gorra de pelotero con un hueco de bala, manchas de sangre y un pedazo del cuero cabelludo. No la recogieron como prueba.
Ejército llega a Apatzingán
Luego del operativo de la Policía Federal en Apatzingán que dejó como saldo nueve personas muertas, el Ejército habría asumido la seguridad en ese municipio.
Ante ello, los patrullajes de la Policía Federal han disminuido.
Además la Procuraduría General de la República (PRG) realizó una diligencia en Apatzingán.
Al lugar arribaron elementos del Ministerio Público Federal y peritos, donde llevaron a cabo una inspección en el lugar donde nueve personas murieron. (Con información de AP)
GH