Una de las grandes virtudes de la literatura es que, a partir de un préstamo, puede narrar una vivencia, lejana en el tiempo y/o el espacio, pero intensa, en función del impacto de sus o su protagonista.
Esto es lo que nos ofrece Nemesio Díez Arce autor del libro Agua Sucia, un conjunto de narraciones breves que tienen su piedra de toque en la inundación que sufrió la ciudad de Irapuato, Guanajuato, en 1973, y que cobró vidas, unas decenas, según las primeras versiones, miles según documentos revelados años después.
A confesión de parte, relevo de prueba, de uno de los mantras de los abogados para destacar cuando, su oponente en lo legal, le regala un movimiento y, quizá, la partida.
Eso es lo que hace Díez Arce, confiesa, en la presentación del texto en el Centro Cultural Nelson Mandela, en Miguel Hidalgo, que las narraciones cortas de su volumen son ficción basada en memorias que no le pertenecen. Era apenas un crío de ocho años cuando las aguas de la presa El Conejo se colmaron, la cual, al abrirse paso, rompió el dique y anegó la tranquila vida de esa localidad.
El texto de Díez Arce –cuya presentación en la Ciudad de México fue respaldada por el Gobierno de Guanajuato– estuvo colmada de la ambarina pátina de un tiempo ido: los años 70 de El Bajío mexicano.
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