El maestro Takeda ha formado generaciones, muchas de ellas de origen humilde, que han tenido un renombre en el extranjero.
Foto: Especial | El maestro Takeda ha formado generaciones, muchas de ellas de origen humilde, que han tenido un renombre en el extranjero.  

El maestro Shinzaburo Takeda cumplirá 90 años el 13 de febrero, en su edad cronológica; sin embargo, confesó que en realidad nació en 1979, cuando llegó a dar clases a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), su casa, su razón de ser.

Sus orígenes están en Seto, Japón, en 1935, pero en la conversación nos dejó claro un punto: nada de Japón. Su vida y su obra están dedicadas al estado, donde encontró su verdadera identidad como artista, creció como persona y se convirtió en padre, no sólo de su familia biológica, sino de más de 200 hijos: sus alumnos, sus “hijitos”.

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“Oaxaca me apoyó para conservar mi personalidad, para ser artista”, comentó con voz serena y el pañuelo en la cabeza que lo ha acompañado por décadas.

En su taller, su espacio de inspiración donde tiene pintura, cerámica, grabado y rodeado de bastidores, acuarelas y colores, con sus dos perritos akita, se sinceró: “Yo no quiero ir a otro lado. Cuando salí de Japón, decidí no volver. No quiero estar allá, quiero estar aquí”.

Nos acompañó Fulgencio Lazo, artista plástico y uno de sus primeros alumnos en Bellas Artes, uno de sus “hijitos”, quien explicó que “el maestro adopta a sus estudiantes con el corazón y los motiva hasta que logren su propio camino”.

SUS ALUMNOS, SU FAMILIA

Lazo vive en Seattle; Monterrosa, quien ya falleció, llevó su arte a Japón; Alberto Ramírez radica en París y Rolando Rojas ha alcanzado reconocimiento internacional. Son muchas generaciones de artistas.

Lo que ha hecho con su trayectoria, subrayó Lazo, ha sido formar artistas y seres humanos, así como crear oportunidades. Su enseñanza va más allá de la técnica, integra a sus alumnos, los impulsa a apoyarse entre ellos y construir juntos.

“Yo soy extranjero. En mi complejo de inferioridad, quería tener una familia propia y aquí la encontré, tengo esposa y dos hijos, pero mi mundo es la UABJO. Cuando encontré a mis ‘hijitos’, esa fue mi familia, y ahora están por todo el mundo”, comentó el maestro.

Cada uno ha tomado su propio camino. “No hay una escuela Takeda, cada uno tiene su propia identidad”, manifiesta su arte desde su cultura: la Sierra, el Istmo, la Costa. Eso es Oaxaca”, aclaró.

CRÍTICOS DECÍAN QUE NO TENÍA ESTILO PROPIO

Shinzaburo Takeda recordó que en sus inicios, algunos críticos le señalaron que no tenía un estilo propio, pero señaló que “un artista no debe imitar a Tamayo ni a Rivera, ni ser japonés o mexicano por obligación. Tiene que ser auténtico”.

Para él, la clave es viajar y conocer el mundo; sin embargo, muchos de sus alumnos vienen de familias humildes y no pueden costearlo. “Por eso han juntado dinero, conseguido transporte, apoyos organizados para salir adelante”, indicó.

Ese sentido de comunidad ha trascendido varias generaciones. Sus discípulos, ahora artistas consolidados, cooperan para impulsar a los nuevos talentos porque, como ha dicho el artista plástico, no importa la crítica cuando se puede influenciar a los jóvenes y darles herramientas para formar parte del mundo.

Lazo lo reforzó: “Su influencia no ha sido sólo en la pintura. Todos saben que han recibido algo inmaterial, espiritual, por eso vamos a regresar y seguir con esta energía”.

“El trabajo del maestro tendrá continuidad cuando él no esté”, dijo Lazo con certeza. A través de actividades como la Bienal de Grabado o la posibilidad de exponer en el extranjero, su legado vivirá en cada uno de sus alumnos.

La Fundación Chocolate Mayordomo le rendirá un homenaje por su trayectoria y aportación al arte. 

 

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