La presunta aparición de un pez diablo en el Cenote Negro, también conocido como Cenote de la Normal de Bacalar, en Quintana Roo, ha encendido las alarmas de académicos e investigadores, luego de que cibernautas compartieron imágenes de un ejemplar que aseguran haber extraído de este cuerpo lagunar y señalaron que no es la primera vez que se observa un espécimen.
Martha Valdez Moreno, investigadora de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), advirtió que es fundamental realizar estudios para confirmar si la imagen corresponde a un ejemplar extraído de este cuerpo de agua.
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De acuerdo con la experta, el también conocido como chupaalgas podría afectar gravemente la biodiversidad local debido a su comportamiento bentónico y hábitos alimenticios, que incluyen la depredación de algas adheridas a superficies como los estromatolitos y alevines de especies nativas.
“Las condiciones de la Laguna de Bacalar están cambiando. Hemos observado alteraciones en la química del agua y en la calidad del sustrato, lo que podría facilitar la llegada de esta especie; sin embargo, hasta ahora no tenemos pruebas definitivas de su presencia en la laguna”, afirmó Valdez Moreno.
Por su parte, señaló que la fotografía difundida no tiene referencias geográficas claras, lo que dificulta validar su origen. Ante esta situación, hizo un llamado a las autoridades municipales y estatales para emprender un monitoreo riguroso y determinar si el pez diablo ha colonizado la laguna.
ESPECIE INVASORA
Coincidió la investigadora María Luisa Villarreal Sonora, quien recordó que el pez diablo, identificada por primera vez en el Río Hondo hace algunos años, representa una seria amenaza para el equilibrio ecológico de la Laguna de los Siete Colores.
“El pez diablo se alimenta del tapete microbiolítico que recubre los estromatolitos, una capa rica en proteínas formada por algas y microorganismos esenciales para el ecosistema lagunar”, dijo.
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Agregó que “aunque no devora los estromatolitos directamente, su actividad alimenticia y de excavación altera la calidad del agua y perjudica a otras especies locales”.
Villarreal Sonora destacó que, además de consumir esta fuente de nutrientes, remueven el sedimento del fondo, lo que incrementa la turbidez del agua, afecta la transparencia y altera el pH, lo que pone en riesgo la reproducción de especies nativas.