Madres, hermanas, hijas o sobrinas están a la espera de ser llevadas a la Ciudad de México para saber si su padre, hijo, hermano o tío está entre los hospitalizados que, por el grado de quemaduras, no se han podido identificar, siempre con la esperanza de que su pariente sea uno de ellos, y al que todavía no pueden encontrar.
Los pobladores de este municipio, ubicado a 124 kilómetros al norte de la Ciudad de México y 15 kilómetros de Tula, Hidalgo, sólo quieren que les entreguen vivo o calcinado a su ser querido que, en una mala tarde de euforia por la fuga de gasolina en un ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex), fue con sus bidones a recolectar el combustible.
Apenas el viernes pasado, Nabor gozaba de plena salud, de oficio panadero, como muchos de los pobladores, se enteró que había una fuga de gasolina y había posibilidad de llenar unos tambos para el consumo personal para la troca que tiene para trabajar.
Ésa fue la última razón que tuvo su madre que hoy lo busca entre los 71 desaparecidos, que no se sabe si están vivos o muertos, pero dice doña Clotilde que su hijo no robaba combustible, no era «huachicolero», era bueno, trabajador y ese día, como muchos, se le hizo fácil ir por un poco de gasolina para ayudarse en sus labores de reparto diario.
«Yo sólo quiero encontrarlo y volverlo a abrazar, él no le hacía daño a nadie y no merece estar desaparecido», señala doña Clotilde.
La mitad de la población se dedica a la agricultura, muchos de ellos cultivan alfalfa, maíz, chile, tomate y jitomate, entre otros; el cultivo predominante es la alfalfa, que se realiza en la zona aledaña al lugar del siniestro del pasado viernes y a eso se dedicaba Lorenzo Neri Porras, quien además vendía tortillas.
Tenía como cinco años viviendo en Tlahuelilpan, porque es originario de la Ciudad de México, llegó con su esposa y cinco hijos, que van de los seis a los 15 años. Ahora, Isabel sólo quiere encontrarlo, porque desde el pasado viernes no sabe nada de su paradero y las autoridades no le han dado razón de él
Desde 1974, Petróleos Mexicanos inició la introducción de los ductos que pasan por los terrenos de los agricultores, quienes por años sabían que pasaba el hidrocarburo abajo, incluso de sus casas.
Don Gregorio dice a Notimex que había señales por todos lados que prohibían escarbar en esos lugares y advertían del peligro, pero desafortunadamente esas señales se convirtieron en los sitios donde ceban los huachicoleros y perforan los ductos de Pemex que van de Tula a Tuxpan.
Originario del lugar, lamenta lo sucedido, más cuando conocía a muchos de los que están muertos o desaparecidos, porque en este pueblo se conoce la mayoría, y justifica que la gente se lo buscó, porque ahí estaban las advertencias, pero nadie les hizo caso: «Ojalá que la gente entienda y no participe más en la ordeña de ductos».
Mientras algunos familiares viajan a la Ciudad de México apoyados por camionetas proporcionadas por el gobierno de Hidalgo para buscar sus familiares en los hospitales capitalinos, otros participan conjuntamente con peritos de la autoridad judicial buscando ropas, anillos, dientes de oro o cualquier indicio que pudiera darles una pista sobre las víctimas del siniestro que impactó a todo el país.
dpc