Miles de latinoamericanos celebraron la consagración de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II como nuevos santos de la Iglesia Católica y lo hicieron con vigilias, música y rezos sobre todo dirigidos al pontífice polaco, que debe al menos en parte a América Latina su canonización y que ha sido venerado incluso en la Cuba laica y comunista.
El segundo milagro que se le atribuye a Juan Pablo II, necesario para convertirse en santo, le ocurrió a una costarricense y quizás por eso Costa Rica fue uno de los países que más gente reunió y tuvo que cambiar las iglesias o la catedral por el Estadio Nacional de San José para poder acoger a los cerca de 20 mil fieles que, procedentes de distintos puntos del país, quisieron seguir en vivo la ceremonia vaticana, que por la diferencia horaria en la región ocurrió de madrugada.
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Entre ellos estaba el sacerdote Sergio Valverde, amigo y párroco de Floribeth Mora, la mujer diagnosticada con un aneurisma y que cuando vio una foto de Juan Pablo II el día en que fue beatificado, en el 2000, dijo quedar milagrosamente curada.
Cantos, bailes y oraciones llenaron el Estadio Nacional desde las 22:00 horas del sábado (0400 horas GMT), para esperar el inicio de la misa de canonización en el Vaticano, que fue proyectada en las pantallas gigantes cuatro horas después.
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En las gradas, hombres y mujeres de todas las edades retaban el sueño y el frío de la madrugada, identificados con banderas, fotografías de Juan Pablo II y hasta con pequeñas figuras del nuevo santo que eran vendidas en las afueras por hasta 20 dólares.
La escena se repetía en varias catedrales del continente.
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En Ciudad de México unos mil 500 fieles participaban en la que llamaron «Noche de la gratitud», la vigilia en honor a los nuevos santos cuyo punto culminante llegó hacia las 03 de la madrugada del domingo (8:00GMT) cuando comenzó la retransmisión en vivo desde la Plaza de San Pedro del Vaticano, a más de 10 mil kilómetros. México fue el primer país que visitó el conocido como ‘Papa viajero’ en 1979 y al que luego regresó en cuatro ocasiones.
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Tras una permanencia durante toda la noche en la catedral, los fieles rezaron rosarios, cantaron y escucharon las biografías de los nuevos santos.
«Es una bendición poder estar aquí», dijo Norma Gallardo. «Es muy importante ser testigos de cómo se canoniza a gente de nuestros tiempos como Juan Pablo II, y aún Juan XXIII que fue más bien de tiempos de nuestros abuelos, pero que fue el ‘Papa Bueno’, y el que generó que todos podamos participar de manera más abierta con la Iglesia», añadió.
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En Brasil, el país con mayor número de católicos del mundo, 123 millones, se honró al nuevo santo Juan Pablo II nombrándole patrón de una parroquia en la norteña ciudad de Bahía, una iglesia inaugurada durante la vista del pontífice en 1981 y donde los fieles se reunieron el domingo por la mañana.
Los festejos se reprodujeron en Cuba donde a las 9 de la mañana todas las iglesias de la isla se unieron en un toque de campanas mientras se ultimaban los preparativos centrales tanto en la catedral de La Habana como en la ciudad de Santa Clara, donde había obreros colocaban cables, bancas y altavoces en torno a la estatua de Juan Pablo II, para una misa especial por la tarde.
El papa ahora santo, visitó Cuba en 1998 y fue recibido por el entonces presidente Fidel Castro, el líder que antaño había promulgado el ateísmo, pese a ser educado en un colegio de jesuitas, y que fue excomulgado en 1961, paradójicamente, por el otro papa también designado santo, Juan XXIII.
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Las celebraciones continuaron durante todo el día por catedrales e iglesias del continente, incluida la Basílica de la patrona de América Latina, la Virgen de Guadalupe, situada en la Ciudad de México.
De lo que ningún fiel quiso hablar era de las críticas que el pontífice polaco ha suscitado sobre todo en México donde organizaciones de católicos como el Observatorio Eclesial, que integra una decena de colectivos del país, se opusieron a su canonización.