CIUDAD DEL VATICANO. El Papa visitó por sorpresa las localidades del centro de Italia que el pasado 24 de agosto sufrieron daños por el terremoto que causó 297 muertos y allí rezó con los damnificados y confortó a niños y ancianos.

 

Por sorpresa, en el día de San Francisco, su onomástico y también patrón de Italia, Jorge Bergoglio se subió esta mañana a su vehículo utilitario sólo en compañía de algunos gendarmes y los medios de comunicación vaticanos, y llegó a Amatrice, la localidad de más devastada por el terremoto y en ella fallecieron la mayoría de las personas.

 

"No he venido antes porque no quería molestar", reconoció el papa, que realizó esta visita por sorpresa, sin encuentros oficiales o discursos, para, según dijo, evitar mayores molestias a los damnificados, de los que unos tres mil 500 siguen recibiendo asistencia en los campos instalados de forma temporal.

 

Francisco rezó en silencio durante unos momentos frente a las montañas de escombros y ruinas en las que ha quedado reducido el turístico centro histórico de Amatrice, donde una de cada tres casas se derrumbó. Después se tomó fotos con los bomberos, a los que agradeció su labor porque fueron "los que salvaron la vida de las personas".

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