El ataque a la base de la 35 Zona militar en Chilpancingo, Guerrero, fue la culminación de un día de protestas contra la presencia de las fuerzas federales a quienes los ciudadanos acusaron de estar coludidos con las organizaciones criminales.

 

Desde temprano, un grupo de pobladores de la zona de la Sierra guerrerense se manifestaron en la capital del estado para exigir la salida de elementos de la Gendarmería, la Policía Federal y el Ejército de sus comunidades pues, aseguraron, están coludidos con la delincuencia y que cometen arbitrariedades contra la población.

 

El primer punto de su recorrido fue la Comisión de Defensa de Derechos Humanos del Estado (Coddehum), donde no fueron recibidos. Luego se dirigieron a las instalaciones de la Policía Federal donde hablaron con el comandante “Espartaco”, a quien le expusieron sus quejas, describieron diarios locales.

 

El funcionario les dijo que acudieran a la delegación de la Procuraduría General de la República a denunciar los hechos; ahí los recibió el delegado Miguel Amelo Gómez con quien acordaron una reunión para el lunes a las 10:30 horas en las oficinas de la dependencia.

 

Amelo recibirá a una comisión de 10 personas quienes presentarán la documentación de hechos concretos, nombres, fechas, incluso videos que los manifestantes dijeron tener sobre las vejaciones de la que han sido víctimas por parte de los cuerpos policiales federales.

 

Más tarde, un grupo distinto, al parecer normalistas, atacó con bombas molotov, petardos y otros objetos, las instalaciones de la 35 zona militar, donde con autoridades estatales celebraban el Día del Ejército.

 

Los supuestos estudiantes llegaron en cuatro autobuses de la empresa Estrella de Oro a las instalaciones que ya eran resguardadas por unos 100 elementos antimotines de la propia fuerza castrense. Después de alrededor de 20 minutos, los atacantes se retiraron.

 

 

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