BUENOS AIRES. El jazz, las letras y el café, tres de las pasiones del escritor argentino Julio Cortázar, se unen para dar forma a un bar inaugurado a mediados de diciembre en una esquina de Buenos Aires a modo de homenaje.
Los ojos claros y las cejas tupidas del autor argentino reciben, desde una imagen ubicada sobre la puerta principal del bar, a los comensales que se acercan para pasar un rato entre objetos e iconos que recuerdan todo el tiempo a uno de los escritores más reconocidos del país austral.
Café Cortázar, emplazado en un edificio construido en 1898 en el barrio porteño de Palermo, recupera la tradición gastronómica de la esquina en la que fue creado, para homenajear la vida y la obra de este escritor, con un ambiente temático, explicó a Efe Romina Metti, su encargada de comunicación.
Una vez dentro, los visitantes pueden degustar platos que llevan los nombres de algunas de las obras más célebres del escritor, como la picada «Bestiario», en honor a uno de sus libros de cuentos, o el café «La maga», por la figura femenina de su novela «Rayuela».
La música de fondo es el jazz, el género musical preferido del escritor argentino nacido en Bélgica, quien supo reflejar su pasión por el «swing» en el cuento «El perseguidor», con un personaje principal basado en el saxofonista estadounidense Charlie Parker.
El ambiente cortazariano continúa con dos murales alegóricos del artista plástico Ricardo Villar y con mesas inspiradas en los bares parisinos que aparecen en «Rayuela», escrita y ambientada en la capital francesa.
La experiencia no termina allí: en el primer piso hay una muestra de fotografías inéditas del artista Bernardo Cornejo Maltz, que vivió durante un año en el departamento que habitaba Cortázar en el barrio Rawson, en la capital argentina.
El fotógrafo tomó imágenes del interior de la vivienda y de lo que veía el escritor a través de la ventana de su cuarto, cuando se sentaba a escribir con su Olivetti Lettera 22, a modo de ensayo visual.
Además, el café está pensado para que, en el futuro próximo, aquellos que sean fanáticos de Cortázar o que quieran acercarse a su obra puedan disfrutar de sus libros de cuentos y novelas de manera gratuita, mientras toman café o comen alguno de los platos ofrecidos.
Por ese motivo, los dueños del bar invitan a los fanáticos del autor de «Historias de cronopios y de famas» a ceder sus materiales inéditos para que queden a disposición del público.
«Es una biblioteca abierta, la idea es que se llene de ejemplares inéditos, de rarezas que vayamos encontrando en el mundo», dijo al respecto Metti, quien además reiteró que «las puertas están abiertas para quienes quieran traer algo nuevo».
«Fuimos armando una red de gente que es fanática o que produce obra en torno a la figura del autor, para que el bar se convierta en el segundo hogar de todos estos ‘cronopios’ que buscan mostrar su obra», explicó Metti.
Además, añadió que con esas propuestas pretenden «reforzar la identidad del lugar, que está completamente atravesado por lo cultural».
Según Metti, el bar, recientemente inaugurado, ha tenido una «muy buena respuesta» por parte del público, que es muy variado, pues al lugar se acercan desde familias con hijos pequeños hasta personas mayores, para dar sugerencias a los dueños.
«Creo que todo porteño es un apasionado de Cortázar, hay algo en él que nos toca mucho en la fibra emocional, y este café era como una deuda pendiente esperando en alguna esquina», concluyó Metti.