bioarte

Foto: Especial

 

Desde hace un par de décadas una corriente artística llama la atención por su carácter innovador pero también polémico, se trata del Bioarte, una disciplina que tiene como base el cultivo de tejidos orgánico, biológicos o genéticos para crear obras plásticas con una gran gana de apariencias y aplicaciones.

 

Un caso particular es el de la organización SymbioticA, perteneciente a la Universidad Occidental de Australia, que se define a si misma como un laboratorio artístico dedicado a la investigación, el aprendizaje, la crítica y la práctica en el compromiso con las ciencias de la vida.

 

 

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El mecanismo de la vida -Stephane Leduc, 2013 -Diseño personalizado impresora prototipo rápido, equipo, productos químicos y colorantes | Foto: Especial

 

En su última exposición, la agrupación científico-artística desarrollo diferentes obras, una de ellas es un vestido reactivo de organza, metacrilato, madera y hongos de la especie Pycnoporus coccineus.

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Vestido Orange Fungi | Foto: Especial 

 

Ellos describen la obra como una 00 basada en la microbiología tiene como objetivo "promover el debate en torno a la manipulación contenciosa de las entidades como mercancía explorar interfaces de cultura / naturaleza a través de un cuerpo dinámico tela".

 

El primer antecedente directo del bioarte ocurrió en 1995, cuando un anestesiólogo de la Universidad de Massachusetts, Charles Vacanti, y una ingeniera química del MIT, Linda Griffith-Cima, implantaron un cartílago crecido en su laboratorio, al que le habían dado la forma de un oído humano, bajo la piel de un roedor calvo.

 

La palabra fue acuñada como tal hasta 1997 por Eduardo Kac, un artista que se implantó un microchip en el tobillo comp arte de un proyecto llamado Time Capsule y posteriormente experimentó con diversos cultivos bacterianos en distintas superficies.

 

El debate por la validez del bioarte radica en distintos postulados, uno de ellos, quizá el más importante, el uso de superficies vivias para el desarrollo de los cultivos, por otra parte, figura el cuestionamieno sobre la capacida del hombre para "jugar" con formas de vida a fin de crear un producto.

 

Kac creó en 1999 un “gen artístico” cuya lectura se hacía a partir del libro de la Biblia; sin embargo, sería su conejo fluorescente de nombre “Alba”, construido a partir de ingeniería genética, con el que el concepto de “arte transgénico”, como también se le conoce al Bioarte, adquiriría una representación visual sobre la naciente "vanguardia".

 

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Vista del gen artístico creado por Kac | Foto: Especial

 

 

Mas tarde, la portuguesa Marta de Menezes, modificaría genéticamente una especie de mariposas para crear parones artísticos en sus alas; su obra titulada Nature?, consistió en la implantación de células vivas con patrones genéticos que no están incuidas en la fisionomía del insecto.

 

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Foto: Especial

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