ESTRASBURGO. “Al dirigirme hoy a ustedes desde mi vocación de Pastor, deseo enviar a todos los ciudadanos europeos un mensaje de esperanza y de aliento”, dijo el Papa Francisco durante su discurso en el Parlamento Europeo en un llamado apasionado que se dirigía directamente a los diputados populistas y eurocríticos.
“A ustedes, legisladores, les corresponde la tarea de custodiar y hacer crecer la identidad europea, de modo que los ciudadanos encuentren de nuevo la confianza en las instituciones de la Unión y en el proyecto de paz y de amistad en el que se fundamentan”, señaló Francisco.
Según él, muchas veces “una Unión más amplia, más influyente, parece ir acompañada de la imagen de una Europa un poco envejecida y reducida, que tiende a sentirse menos protagonista en un contexto que la contempla a menudo con distancia, desconfianza y, tal vez, con sospecha.”
En esa Unión, dijo el Papa, pareciera que ya los valores europeos y el bien general no cuentan. Se percibe un aislamiento cada vez mayor de la gente: “Una de las enfermedades que veo más extendidas hoy en Europa es la soledad, propia de quien no tiene lazo alguno.”
Según Francisco, los grandes ideales que han inspirado a Europa parecen haber perdido atractivo, debido al tecnicismo de sus instituciones. El Papa criticó el individualismo, la cultura de lo desechable y el consumismo exacerbado, exhortando a forjar una Europa que no gire en torno a la economía.
“Europa, sus ciudadanos y también sus políticos deberían volver a concentrarse en la dignidad de los seres humanos”, pidió el Papa en su discurso en italiano. Fue muy aplaudido por los diputados de izquierda y los socialdemócratas cuando exigió que se abrieran oportunidades de trabajo para los jóvenes. La economía no debería ser el hilo conductor de la conducta humana, añadió el Sumo Pontífice.
El Pontífice se pronunció también contra la indiferencia y mencionó expresamente el drama de los refugiados, subrayando que “no se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio”.
Martin Schulz, el presidente del Parlamento Europeo, del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), que invitó al Papa, quedó impresionado por su discurso: “Creo que, con una autoridad natural que irradia, el Papa se ha ganado los corazones de la gente. En los 20 años que llevo en este Parlamento, nunca había visto a la gente tan emocionada”, subrayó.
Ante el Consejo Europeo, que se dedica a garantizar el respeto a los derechos humanos en sus 47 Estados miembros, el Papa llamó a una nueva disposición al diálogo: “Espero ardientemente que se instaure una nueva colaboración social y económica, libre de condicionamientos ideológicos, que sepa afrontar el mundo globalizado, manteniendo vivo el sentido de la solidaridad y de la caridad mutua, que tanto ha caracterizado el rostro de Europa (…)”, señaló Francisco.
Los seis eurodiputados de la Izquierda Plural (IU, Alternativa Galega de Esquerda e ICV) abandonaron el hemiciclo durante la intervención del Papa Francisco para protestar por la invitación al Pontífice a hablar en el pleno de la Eurocámara. «Nos hemos salido porque entendemos que esto es una institución pública y aquí no caben sermones religiosos», dijo la vocera del grupo, Marina Albiol.
Se trata de la primera visita de un Pontífice desde que en 1988 Juan Pablo II intervino ante la Eurocámara y el Consejo de Europa. El Consejo Europeo no es un organismo de la Unión Europea, sino una institución independiente. El Vaticano tiene el rol de observador en el CE, pero no puede ser miembro de la UE porque está regido por el Papa, sin un control democrático.