AGUASCALIENTES. Hace 28 años, Mauro Díaz López fundó Lomas de Nueva York, comunidad suburbana de la boyante capital hidrocálida, que de tan pequeña es ignorada hasta en los mapas. En años pasados tuvo más pobladores, pero hoy sólo quedan unos 350, muchos de los cuales ya no creen, junto a su líder, que algún gobierno pueda integrarlos al desarrollo regional.

 

–A ellos (a los gobernantes) no les interesamos, porque no tenemos dinero; si lo tuviéramos, nosotros haríamos las mejoras y no les estaríamos pidiendo nada –dice Mauro a 24 HORAS, adulto mayor de voz categórica, nacido en Villa Hidalgo, Jalisco, hace 73 años, avecindado en la entidad desde hace medio siglo.

 

El escepticismo de esta población radica en que ya ha recibido como en su casa a muchos candidatos a gobernadores, alcaldes y legisladores de todos los partidos políticos, especialmente del PRI y del PAN, que han alternado en el poder durante años recientes.

 

Todos estos políticos visitaron la comunidad para verter promesas de regularización predial y de servicios públicos que en contadas ocasiones cumplieron mientras ocuparon cargos, o bien que aún no han cumplido, como sería el caso del actual munícipe panista, Juan Antonio Martín del Campo, o del gobernador priista, Carlos Lozano de la Torre.

 

Hasta ahora sin agua potable, drenaje, recolección de basura o pavimento; y como únicos logros: electricidad, escuela primaria, botiquín y una ruta de transporte, Lomas de Nueva York forma parte de la sureña delegación Morelos de esta capital. Sin embargo, nunca ha conseguido quitarse de encima la etiqueta original de ser un “predio comunal no escriturado.”

 

La razón de esta irregularidad legal: “simple pobreza”, reconoce Mauro, y es por esta causa que los gobiernos los habrían dejado al margen de todos sus programas de urbanización.

 

Como parte de su triste paisaje, gruesas y obscuras columnas de humo bordean el horizonte, no sin expeler hacia el entorno sus componentes tóxicos: se trata de fumarolas que provienen de la vecina comunidad ladrillera Los Arellano, conglomerado de pequeñas industrias del tabique, algunas que elaboran su producto mediante la quema de materiales tan contaminantes como prohibidos: llantas, plásticos, aceites.

 

“Día y noche respiramos humo, los niños siempre traen tos, y cuando llueve todo acá se vuelve un lodazal”, expresa Guadalupe, obrera y ama de casa, quien si bien tiene un terreno con tres mil metros cuadrados, sólo cuenta con una mini vivienda hecha con adobe, pisos de cemento y parches de lámina publicitaria.

 

“Nadie quería estas tierras”

 

La historia de Lomas de Nueva York es “facilita y nada reborujada”, cuenta Mauro, quien aparte de ser líder comunitario es dueño de una miscelánea que nace a un costado de su casa. Ahí lo apoyan su esposa, algunos de sus 11 hijos, todos ya mayores, además de yernos y nueras, nietos y nietas.

 

El entrevistado narra que el peculiar nombre de su barrio se lo ocurrió a él, basado en que muy cerca del lugar se encontraba un rancho denominado Nueva York, propiedad, al parecer, de la familia del ex gobernador Enrique Olivares Santana, y se le hizo fácil agregarle “Lomas” en vez de “Ampliación”, como le había sugerido la encargada de realizar un censo.

 

Los orígenes de este asentamiento son también “muy simples”, en palabras de don Mauro. “La necesidad, ¿pues qué más?”

 

Concluía la gestión del ex gobernador Rodolfo Landeros Gallegos (1986), cuando cuatro familias de obreros y comerciantes, entre estos la de Mauro, se asentaron sobre tierras que “nadie quería… ni nosotros”, pero que eran las que tenían enfrente y por las que pagaron cantidades muy bajitas y en abonos a sus entonces tenedores.

 

Los 80 fueron los años en que el estado de Aguascalientes se enfilaba hacia su actual desarrollo e industrialización, tras la llegada de un organismo federal como el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEGI) y de la primera de dos plantas automotrices (Nissan), entre una centena de consorcios globales.

 

Pero los “neoyorquinos de Agüitas”, como jocosamente suelen llamarse, poco se han beneficiado del auge hidrocálido; ni siquiera durante 2014, cuando la economía estatal registra un incremento trimestral de 9.8%, el mayor de entre las 32 entidades del país.

 

Y en lo que podría ser un penoso corolario, los residentes de este pueblito no han dejado de tener miedo de perder sus tierras… Sobre esto habla Juan Ibáñez, antes agricultor y hoy albañil, quien llegó hace 17 años:

 

–Ya ve usted todo lo que ha crecido la ciudad, las nuevas plantas de coches y las casotas que se construyen por allá. Pero nunca sabe uno para dónde vaya a saltar la liebre, y así como dice Mauro, que antes nadie quería a estas tierras, pues ahorita ya las quisieran muchas constructoras y… no vaya a ser el diablo.

 

“Pero (un eventual desalojo) es algo que no permitiríamos; nos agarrarán sin confesar, pero atoludos no somos, nos defenderíamos”, añade Ibáñez.

 

Como botón de muestra del temor que les causa el poder de los fraccionadores, a escasos diez kilómetros de ahí se localizan los tristemente célebres predios Dolores y La Gloria, cien hectáreas en conjunto que estaban proyectadas para fraccionar por el ex gobernador panista Luis Amando Reynoso Femat, las cuales ordenó desincorporar del gobierno estatal para después venderlas a precios ínfimos a una empresa ligada a… su familia.

 

Pero dicha historia se cuenta actualmente en tribunales, al lado de otras que quizá sólo conozca el mencionado político y empresario.

 

Como dato curioso relacionado, según intenta recordar don Mauro, el amparado ex mandatario Reynoso Femat fue de los pocos candidatos hidrocálidos que no pisó este Nueva York, ni cuando fue aspirante a la alcaldía ni cuando se lanzó para gobernador.

 

 

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