El 12 de junio al ritmo de samba se inauguró  la Copa del Mundo en la Arena Corinthians de Sao Paulo, después de un mes el Mundial Brasil 2014  llego a su final. Aquí te presentamos los seis momentos que marcaron el evento deportivo.

 

 

La mordida de Suárez

 

Luis Suárez llegó a Brasil con lo justo. Recién recuperado de una cirugía de rodilla, el artillero uruguayo no jugó el primer partido ante Costa Rica, una inesperada derrota 3-1 que dejó a la Celeste en la cuerda floja. Pero el ariete no sólo disputó el segundo partido, sino que metió los dos goles en el triunfo 2-1 sobre Inglaterra que encaminó a Uruguay.
Todo pintaba para gesta épica del delantero recientemente traspasado al Barcelona, titular en el último encuentro de primera ronda ante Italia en el que ambas selecciones se jugaban el pase a los octavos de final. Corrían los últimos minutos del partido en Natal, el marcador seguía en 0-0 —un resultado que hubiese clasificado a la Azzurra— y los futbolistas sacaban chispas en cada choque.

 

Suárez y el defensor Giorgio Chiellini tuvieron un encontronazo en el área y ambos cayeron al suelo, uno agarrándose el hombro y el otro tocándose los dientes. ¿Qué había pasado? El árbitro Marco Rodríguez no pitó nada, pero la repetición de video dio su veredicto: el uruguayo había pegado un mordisco al hombro izquierdo del italiano.

 

Las reacciones fueron casi inmediatas y las sanciones severas. La FIFA abrió un expediente disciplinario y al día siguiente suspendió al goleador histórico de Uruguay por nueve partidos con la selección y cuatro meses de toda actividad deportiva, el segundo castigo más largo aplicado durante un Mundial después de los 15 meses de Diego Maradona por dopaje en 1994. Los antecedentes de Suárez, suspendido dos veces previas en su carrera por morder oponentes, sin duda le jugaron en contra, aunque el delantero fue recibido como héroe en su país.

 

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Foto: EFE

 

La goleada al anfitrión

El marcador final parecía una broma. 7-1. Sí, siete goles. Quizás algún despistado pensase que se trataba de un amistoso entre Real Madrid y algún club de barrio, o de uno de esos partidos de eliminatorias de Oceanía que suelen terminar en goleadas de escándalo. Pero no, se trataba de la semifinal de la Copa del Mundo. El siete correspondía a Alemania y el uno nada menos que al gran Brasil.

 

Ese partido en el estadio Mineirao de Belo Horizonte quedará tatuado por siempre en la memoria colectiva de Brasil. No sólo fue el fin del sueño del país anfitrión, que anhelaba levantar su sexta copa el domingo en el estadio Maracaná, sino que fue una cachetada impensable para la nación que se jacta de amar el fútbol más que ninguna otra, la cuna de leyendas como Pelé, Ronaldo y Garrincha. Fue la derrota más amplia de la Verdeamarela en cualquier partido, superando un 6-0 que Uruguay le propinó en una Copa Sudamérica hace casi un siglo.

 

«Nunca más va a suceder algo así», opinó el técnico de Brasil, Luiz Felipe Scolari, cuyo nombre quedará por siempre vinculado con un resultado tan humillante como aquel Maracanazo de 1950.

 

Brasil se despidió con un revés 3-0 ante Holanda en el partido por el tercer puesto, y permitió 14 goles en total en el campeonato.

 

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La fractura de Neymar

 

Neymar, la gran esperanza de Brasil, se salvó de la humillación del 7-1 ante Alemania, aunque no por decisión propia. El rostro de la selección brasileña, omnipresente en el país en campañas publicitarias de todo tipo, quedó marginado prematuramente del torneo por una fractura de vértebra que sufrió ante Colombia en los cuartos de final.

 

 

La entrada fue fuerte, aunque pocos imaginaron entonces que tuviese consecuencias tan graves. Brasil ganaba 2-1 en los instantes finales cuando Camilo Zúñiga saltó detrás de Neymar para disputar un balón dividido. Claro, entre el colombiano y la pelota estaba la espalda del delgado ariete del «scratch», que recibió un fuerte rodillazo que la fracturó la tercera vértebra. Neymar, llorando desconsoladamente, fue sacado en camilla y poco después se conoció el diagnóstico que cayó como balde de agua fría en el país. «Si (el golpe) hubiera sido dos centímetros más hacia el centro…», relató después Neymar, haciendo un esfuerzo por mantener la compostura, «podría estar en una silla de ruedas».

 

Sin su máxima figura y goleador, Brasil no fue ni la sombra de sí mismo en las semifinales en las que cayó aparatosamente frente a Alemania.

 

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Foto: EFE

 

Adiós al campeón

 

El campeón España tenía uno de los grupos más complicados del Mundial con Holanda, Chile y Australia. Y su primer partido era precisamente ante los holandeses, el rival al que venció hace cuatro años en la final en Sudáfrica. De todas formas, su eliminación en primera ronda, y sobre todo la forma en que sucedió, fue una de las grandes sorpresas en Brasil.

 

La Roja arrancó el torneo con un revés 5-1 frente a los holandeses y ya estaba fuera de contienda tras perder 2-0 ante Chile en la segunda fecha. Aunque cerró con un triunfo de trámite 3-0 contra Australia, el torneo sirvió para cerrar un ciclo glorioso del fútbol español y dar pie a una renovación. David Villa, el máximo artillero en la historia de la selección, probablemente jugó su último partido, y emblemas como Xavi Hernández, Xabi Alonso e Iker Casillas difícilmente lleguen para el próximo torneo grande, la Eurocopa de 2016.

 

Quizás la imagen que más defina este Mundial de España es la de Casillas, gateando desesperadamente por alcanzar a un Arjen Robben que se le escapa para meter uno de los cinco goles de Holanda.

 

«Hemos estado en lo más alto y ahora en lo más bajo, y recibimos un mazazo que no lo esperábamos», resumió el volante Andrés Iniesta.

 

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Foto: AP

 

Costa Rica es pura vida

 

Cuando se realizó el sorteo del Mundial en diciembre, el Grupo D llamó la atención de inmediato por ser el primero en la historia con tres ex campeones mundiales: Italia, Uruguay e Inglaterra. Costa Rica, la pequeña nación centroamericana que disputaba el campeonato apenas por cuarta ocasión y nunca había superado la segunda ronda, redondeaba un sector en el que parecía el convidado de piedra.

 

Quién hubiese pensado que los ticos serían los más grandes ante ese trío de gigantes.

 

El equipo dirigido por el colombiano Jorge Luis Pinto dio el campanazo desde su primer encuentro, cuando superó 3-1 a una selección de Uruguay que venía de ganar la Copa América en 2011 y terminar cuarta en el Mundial de Sudáfrica. Aquí se acabó la sorpresa tica, pensaron muchos. Italia jamás permitirá que le pase algo así, opinaron otros. Pura vida, fue la respuesta costarricense. La selección derrotó 1-0 a la Azzurra y fue la primera en asegurar el boleto a octavos en su sector, empatando al final 0-0 con Inglaterra para clasificarse como líder del grupo.

 

El sorteo, tan cruel en un principio, le deparó un rival bastante accesible en octavos de final, y los ticos superaron a Grecia en una definición por penales para clasificarse por primera vez en su historia a los cuartos de final, instancia en la que aguantaron 120 minutos sin permitir goles a Holanda. Finalmente, la Oranje se impuso desde los 12 pasos, pero la gesta de Costa Rica será recordada por siempre como una de las mayores sorpresas en los mundiales.

 

«Fuimos como la cenicienta y regresamos como guerreros triunfadores. Los sueños se cumplen», señaló el capitán tico Bryan Ruiz.

 

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Foto: AP

 

Colombia baila así

Colombia llegó a Brasil envuelta en dudas por la baja de su goleador Radamel Falcao, quien no alcanzó a recuperarse de una lesión de rodilla y fue descartado apenas días antes del inicio del campeonato. Pero el equipo de José Pekerman tenía otra estrella lista para brillar, y lo hizo más que cualquier otra en los cinco primeros partidos.

 

James Rodríguez, compañero de Falcao en el Mónaco de Francia y quien anunciaba desde hace tiempo su precoz talento, puso a bailar a todo el Mundial con sus elegantes quiebres de cintura, pases medidos con láser y una faceta goleadora que hizo olvidar la ausencia del «Tigre». James, que cumplió 23 años el sábado en la víspera de la final, se despidió de Brasil como máximo artillero del campeonato con seis tantos, y dejó uno de los goles más bonitos de los mundiales: una volea de zurda desde afuera del área en el triunfo 2-0 ante Uruguay por los octavos de final.

 

Las coloridas celebraciones de los goles colombianos, al ritmo de la salsa y otros bailes típicos, convirtieron al equipo de Pekerman en uno de los favoritos del campeonato, ganándose un cariño casi unánime de propios y ajenos. Pero lo de Colombia no fue sólo fiesta, ya que por primera vez en su historia alcanzó los cuartos de final, en los que cayó 2-1 ante el anfitrión.

 

«Este equipo hizo mucho porque se valore el fútbol de Colombia», destacó Pekerman, que junto con el plantel fueron recibidos como héroes por cientos de miles de personas en Bogotá.

 

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