¡Estallido social! ¡Va a tronar! ¡Viene el México bronco!, han venido insistiendo durante la última semana múltiples voces en el Movimiento Progresista.

 

¡Son amenazas!, replicaron perspicaces desde la dirigencia priista.

 

Los ciudadanos están tranquilos, atajó con mesura el IFE en voz de su consejero presidente.

 

Las tres instancias mencionadas pretenden hablar en nombre de todos. En el de usted y en el mío. También su familia, sus vecinos, sus colegas están en el caldero. Ante eso, cabe preguntarnos… ¿Será? ¿Será que usted, su familia, sus vecinos, sus colegas y yo estallaremos en fecha próxima?

 

Como los tres declarantes citados hablaron a nombre de todos, un equipo de  investigadores sociales decidimos salir a la calle por un Espresso. No por un café, sino a aplicar una metodología cualitativa así llamada, que sirve para pescar en la calle los indicios de un fenómeno e identificar a botepronto sus principales líneas argumentales.

 

No tiene pretensiones estadísticas. Tan sólo nos permite curar el escepticismo cuando oímos algo tan “tronador”, como el sonoro presunto estallido.

 

¿Qué resultó en la primera fase, tras entrevistar cualitativamente sobre el fenómeno a un centenar de personas de la población abierta? (o sea, a cualquiera) ¡Absolutamente nada! ¡Cero! De escaso a nulo conocimiento, y casi ningún involucramiento con el presunto estallido social.

 

En la segunda fase entrevistamos sólo a personas que declararon haber votado por AMLO en la pasada elección, y ratificaron que, de repetirse, volverían a votar por él. Hicimos este recorte pensando que quizás la explosión no sería generalizada, sino parcial, entre quienes podrían sentirse estafados con el dictamen del Tribunal. ¿Y qué pasó? ¡Casi exactamente lo mismo!

 

Entre estos ciudadanos convencidos por la oferta de la izquierda no encontramos un solo elemento que permita suponer su adhesión a un movimiento de protesta violento, ni organizado por los partidos políticos ni por las organizaciones ciudadanas más visibles (léase 132 etal).

 

Por el contrario, en el discurso de los entrevistados se encontraron inhibidores del comportamiento que exprese inconformidad violenta:

 

–         No se encontró autopercepción de sufrimiento personal ni social directamente ligados a la elección (la hay en relación con distintas métricas del bienestar, pero no específicamente con la elección).

 

–         No se identifican imágenes mentales donde la gente se represente a sí misma (se vea) en situación de protesta organizada.

 

–         No se ven reflejados en el discurso de inconformidad de la izquierda. No le dan valor como representante en ese aspecto ni le extienden un cheque en blanco para cualquier tipo de protesta o resistencia que organice.

 

Si por estallido social, AMLO y sus detractores o las autoridades electorales, se refieren a una respuesta activa, masiva y violenta de la población general ante lo que perciban como trampas electorales (ilegales o paralegales) que pudieran haber favorecido a EPN y perjudicado a AMLO, me temo que es una exageración, un desatino, un delirio a tres (folie a trois).

 

López Obrador, Coldwell y Valdés, para ponerles nombre, viven en otro México. Hablan del que les da presupuesto, y no del México donde vivimos todos los demás.

 

Dicho en otros términos, si su preocupación se restringe a lo electoral, los puestos públicos y el presupuesto que suponen, pueden estar relativamente tranquilos.

 

Los millones y millones de votantes se abstendrán de participar. En el caso de la izquierda, queda claro que cuenta con varios miles de “duros” que pueden poner de cabeza a esta ciudad, y a ellos va dirigida la arenga del estallido social. Y el PRI tiene otros tantos para contenerlos en el centro y neutralizarlos en el resto del país.

 

Pero serán unos miles, los suyos, los de siempre, pues no parece que los millones que dieron su voto el 2 de julio a uno u otro participarán de su furor electoral. (no en balde furor, en latín, significa locura)

 

Algo que resultó también en este sondeo, es que la población ya está en otra cosa. Y, como siempre, los partidos políticos no participan de ello.

 

La gran mayoría de entrevistados tenía la mente puesta en resolver problemas de la vida cotidiana (el alza del huevo, el regreso a clases, el exceso de trabajo o la falta de él, algún problema de salud y el precio de las medicinas, el transporte empeorado por los aguaceros, etcétera), sin perder de vista numerosas realidades sociales dolorosas que les atañen, incluso si no las padecen personalmente: Tantos muertos por la guerra contra el crimen organizado; qué va a pasar con nuestros jóvenes, sin opciones formativas ni salida en el mercado laboral (sin contar que 38% deserta de la universidad, lo cual nos pone a la cabeza en deserción escolar junto con Turquía, según cifras recientes de la OCDE), la corrupción, entre otros temas.

 

Nuestros entrevistados no aludieron a un estallido social por ocurrir, sino de un daño social ya acontecido que los ciudadanos sienten que enfrentan con sus propios medios.

 

Las personas que entrevistamos hablan de esos temas, sólo que no lo hacen con los partidos políticos ni a partir de su relación con ellos. Se organizan y participan de sus redes sociales inmediatas (electrónicas o no), y en ellas encuentran respuestas que no proporciona el Estado.

 

Y, aparentemente, esto está evolucionando hacia una apertura a redes sociales más amplias, lo que puede favorecer un nivel de organización social más complejo y participativo. No es un fenómeno nuevo, remember 1985.

 

Sin ser triunfalistas, se detectan indicios de un cambio estructural en algo que ha lastrado a nuestro país durante generaciones: La incapacidad de ponernos de acuerdo.

 

Hoy parece posible actuar en concierto para asuntos concretos y específicos sin poner de por medio el todo de la ideología o de la argumentación sobre un tema. Especialmente los jóvenes dan muestra de un pragmatismo (antaño despreciado) que los vuelve poco elegantes para argumentar, pero enormemente eficaces para actuar.

 

Vean si no la capacidad de acuerdo del 132, más allá de cualquier diferencia entre sus integrantes de distintas edades, carreras, escuelas y zonas geográficas. Pero, ojo, no empecemos con lo de los infiltrados, porque lo mismo pasó en las prepas privadas que no eran 132 y en esta semana fue tema de intensas discusiones entre estudiantes de derecho de la Anáhuac en Querétaro y la UP en el DF en las que participaron jóvenes del 133 en adelante.

 

Pero, ojo de nuevo, no empecemos con que es la locura de jóvenes que madurarán con el tiempo y se aplanarán como las generaciones precedentes, pues también ocurre entre viejos y al nivel vecinal en delegaciones tan conservadoras como la panista Benito Juárez, donde miles de vecinos de Nápoles, Del Valle y  Narvarte, que incapaces de coincidir en la plaza pública son activísimos mediante sus respectivas cuentas de “twitter de barrio” para organizarse en temas de seguridad, limpia, vialidad, comercio, por citar algunos temas. O bien, se da el caso de algunas manifestaciones tuiteras, como la que nos comentó un entrevistado, consistente en una instalación en el Centro Cultural del Bosque frente al Campo Marte, donde suena un clang-clang molesto cada vez que alguien tuitea un hashtag contra la violencia, arruinándole la merienda a los vecinos de enfrente (#bangcampomarte, del grupo Astrovandalistas).

 

Pero, ojo triple, no empecemos con que es un fenómeno de redes sociales electrónicas y que eso limita su alcance. Pues además de las redes con base en internet, también operan redes comunitarias básicas. Y, de hecho, como pudimos aprender en los meses recientes, lo de la red no se queda en la red.

 

De modo que el tema no es (sólo) si ocurre el estallido de las huestes de AMLO que, como sea, es un terreno conocido. No, el punto es qué van a hacer cuando la población empiece a acosar al gobierno al margen de los partidos (cuando menos inicialmente).

 

No es difícil imaginar a un doctor en biología del 132 traer en jaque a la Semarnat y así, sucesivamente, en cada área de conocimiento y de desempeño imaginables.

 

* Director general de Moebius. moebius.com.mx  janoriega2@gmail.com @arcabuzz

 

 

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