PARÍS. En Francia nunca han faltado los fastos ni la pompa para celebrar sus innumerables hazañas bélicas, pero ese entusiasmo parece disiparse cuando se trata de conmemorar una derrota, como la de Napoleón en Waterloo, de la que hoy se cumplen 200 años.
Las autoridades francesas han decidido no estar presentes en los actos del bicentenario de la famosa batalla, que hoy se celebran en Bélgica, algo que no ha caído demasiado bien en el país vecino e incluso entre algunos de sus conciudadanos.
Como si quisiera reivindicar ese viejo aforismo -que algunos atribuyen a Winston Churchill– que dice que la Historia solo la escriben los vencedores, el Gobierno francés no se siente concernido por el recuerdo de la que fue una de las derrotas más sonadas de Francia.
Alguno, como el primer ministro, Manuel Valls, optó por tomárselo a broma.
«Se nos reprocha, escuchaba esta mañana, que ni el presidente ni yo estemos allí (en el bicentenario) para llorar a lágrima viva por este momento terrible que vivió nuestro país», ironizó Valls en un discurso para presentar un plan gubernamental de nuevas tecnologías.
En ese mismo tono socarrón, llamó a todos a «evitar un nuevo Waterloo» en la modernización tecnológica de Francia.
No se mostró tan ocurrente el titular de Defensa, Jean-Yves Le Drian, quien echó mano de sus antiguos estudios universitarios de Historia para acusar a Napoleón de haber metido a su país en más de un «callejón sin salida».
En una entrevista en el canal BFM TV, Le Drian no pudo ocultar una sonrisa cuando se le preguntó por esa espantada oficial en Waterloo.
«La Historia ya está detrás. Y además, ni siquiera fue una victoria…«, dijo Le Drian, quien dio un viraje a la conversación para dirigirla a la importancia de conmemorar, hoy también, el 75 aniversario del 18 de junio de 1940, cuando el general Charles de Gaulle llamó desde Londres a luchar contra los nazis, ante los que Francia acababa de capitular en plena II Guerra Mundial.
Frente a la épica de la derrota que predomina en varios de sus países vecinos, Francia ha puesto desde siempre especial empeño en homenajear a sus próceres.
La última muestra fue la muy solemne ceremonia de entrada de cuatro héroes de la Resistencia francesa en la cripta del Panteón de París, templo laico de la República, oficiada el pasado mes de mayo por el presidente francés, François Hollande.
Pero Waterloo, auténtica carnicería entre las tropas napoleónicas y la Séptima Coalición encabezada por el británico Duque de Wellington, sigue siendo en la memoria colectiva francesa, y mundial, sinónimo de desastre y de pérdida de la «grandeur».
La batalla ya enfrentó hace unos meses a Francia y Bélgica, cuando este país propuso acuñar una moneda de dos euros para conmemorar el bicentenario, cosa de la que se vio obligada a desistir ante la presión francesa y de otros países europeos.
Unos cuantos (pocos) han reivindicado en Francia la necesidad de no cerrar los ojos ante la Historia en su integridad, derrotas incluidas.
Uno de ellos ha sido el diputado centrista y también historiador Yves Jégo, quien hoy criticó esa ausencia institucional de unos fastos en los que sí participó el príncipe Carlos de Inglaterra, entre otros.
«Lamento mucho que Francia no esté representada a nivel ministerial en la celebración del bicentenario. Eso quiere decir que olvidamos nuestra historia», dijo Jégo a la emisora RMC.
Jégo, que ha escrito un libro sobre Napoleón y además impulsa la creación de un parque temático inspirado en el emperador a las afueras de París, considera que la presencia de un ministro habría demostrado que Francia «en el fondo celebra la paz».
Nada hace presagiar que sus palabras vayan a encontrar un gran eco.
Antes al contrario, restallan mucho más fuerte llamamientos como el del diputado conservador Jacques Myard: «Allí no pintamos nada… ¡No seamos masoquistas!». DM