Los cardenales presentes en Roma viven entre la conmoción por la renuncia de Benedicto XVI y la expectativa por la elección de un nuevo Papa, el periodo de "sede vacante", un tiempo de espera y reflexión del cara al Cónclave.
Repartidos en las diversas casas religiosas de Roma donde residen, los purpurados se reúnen e intercambian opiniones antes de asistir a las Congregaciones generales, las asambleas plenarias donde discutirán sobre los tiempos de la sucesión papal.
Más de 150 purpurados ya se encuentran en la "ciudad eterna" y en las próximas horas se espera el arribo del resto. El Colegio Cardenalicio está compuesto por 208 miembros, de los cuales 117 menores de 80 años o "electores" que podrán ingresar en el Cónclave.
Todos ellos (menores y mayores) fueron citados a la primera Congregación general este lunes 4 de marzo en la Aula Nueva del Sínodo, ubicada dentro del complejo del Aula Pablo VI del Vaticano.
Según lo previsto tendrán doble turno de trabajo, por la mañana y por la tarde. Esas reuniones servirán para ir delineando el perfil del próximo Papa.
"Las congregaciones son reuniones de cardenales se tratarán asuntos de la Iglesia, se pondrá la fecha del Cónclave y otras cuestiones similares. No es que exista un esquema que se repita todas las veces, eso queda más bien a las circunstancias del momento", dijo a Notimex Javier Lozano Barragán.
El cardenal mexicano vive en Roma permanentemente y asistirá a las Congregaciones. En enero pasado cumplió 80 años y eso lo dejó fuera de las votaciones del sucesor de Benedicto XVI.
"Cada uno deberá pensar en las características necesarias para un Papa en este tiempo, aunque personalmente no quiero hacer futurismo. No quiero hacer conjetura de ninguna clase, el espíritu santo es omnipotente y por ello no hay preocupaciones, esas se las dejamos al señor", agregó.
En entrevista el purpurado aseguró que los últimos momentos del pontificado de Joseph Ratzinger le dejaron fe y tristeza: fe porque cree que Cristo guiará a la Iglesia y tristeza porque estimaba mucho al Papa Benedicto VXI.
Relató que el jueves 28 de febrero, durante el último encuentro de cardenales, habló unos instantes con el todavía pontífice quien, a pesar de todo, le preguntó por su salud ya que Lozano se rompió el brazo algunas semanas atrás como consecuencia de una caída.
"Me sorprendió que a pesar de todas las dificultades en las que se debe encontrar, cuando yo lo saludé personalmente se interesó, más bien, en cómo seguía mi salud. Como que se olvida de otras cosas con una personalización muy grande", recordó.
"Especialmente cuando saludó a todos los cardenales, me impresionó que haya dicho que desde ese momento reiteraba y profesaba su absoluta obediencia y respeto al futuro pontífice que saldrá entre ustedes", agregó.
Confesó haber sentido tristeza al ver el helicóptero del Papa atravesar la ciudad de Roma y después aterrizar en Castel Gandolfo, aunque a Ratzinger se le vio con un dominio total y no transparentaba nostalgia alguna.
Por otra parte, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, afirmó que Joseph Ratzinger no fue menos admirable que Karol Wojtyla en su pontificado.
Reconoció que Juan Pablo II dio un testimonio de fe con "valentía admirable" en el sufrimiento de la enfermedad mientras Benedicto XVI aceptó ante Dios los límites de la vejez y del discernimiento sobre el ejercicio de la responsabilidad que el mismo Dios le había confiado.
"Ambos nos han enseñado, no sólo con el magisterio, sino -y tal vez con mayor eficacia- con la vida, qué significa buscar y encontrar cada día la voluntad de Dios para nosotros y para nuestro servicio, incluso en las situaciones más cruciales de la existencia humana", ponderó.
