Michel Nieva, escritor argentino
Runs Codol.

Querétaro, Méx.- En el prólogo de Ficciones Gauchopunks (Caja Negra, 2025), el argentino Michel Nieva (Buenos Aires, 1988) se confiesa dudoso de las razones que llevaron a la reedición de dos de sus novelas (¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? [2013] y Ascenso y apogeo del Imperio Argentino [2018]). “Sospecho (...) que las razones (...) responden menos a una dudosa calidad literaria incomprendida, que no ha variado, que a drásticas transformaciones del mundo”. Considera, además, que los fenómenos que han tenido lugar en los últimos años “desajustaron la realidad del género realista, que encontró en la ciencia ficción una lente alucinógena que hizo foco con las alucinaciones de nuestro tiempo”. 

Ante la posibilidad de sólo aceptar la reflexión y ahuyentar una complejización gauchopunkiana, mejor escuchar de voz propia del autor bonaerense sus elucubraciones, quien en entrevista con este diario durante el Hay Festival Querétaro 2025 concedió algunas reflexiones valiosas al respecto de las realidades, las implicaciones tecnológicas, entre otras cosas.

Origen

El también autor del libro Ciencia ficción capitalista (Anagrama) cuenta a este diario, antes que nada, que es un escritor de ciencia ficción. Las risas nerviosas podrían situarse a las antípodas de las preocupaciones que desarrolla en su literatura. No parece tener sentido su tranquilidad y aparente calma ante el fervor de los reclamos, y sin embargo, todo cuadra.

“Primero fui lector, como la mayoría de los escritores. Consumía mucha literatura de género que en Argentina se conseguía como en puestos en los parques, viejas ediciones Minotauro, y bueno, siempre me encontré con que la ciencia ficción era escrita en el norte, o en otro idioma, o si estaba en español era traducción de España.

“Entonces, me encontré con este dilema. ¿Cómo el futuro siempre había sido contado desde otras culturas en el centro del poder? Entonces, ¿cómo se podía escribir ciencia ficción desde otro lugar? En general se tuvo la idea de que no se podía, pero recuerdo muchas antologías del género de cuando era chico, en las introducciones eran como de cyberpunk o de la edad de oro de la ciencia ficción norteamericana", contó.

Especulación importada

“Siempre se justificaba en la introducción, bueno, como: estas personas vienen de países desarrollados: con acceso a las innovaciones tecnológicas tienen como un espacio privilegiado y legitimado para escribir este género que nosotros no tenemos. Entonces, así como la tecnología se importaba, también se importaba la especulación literaria o artística sobre esa terminología.

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“Y lo que me puse a pensar es que en realidad no es que no teníamos acceso a una experiencia tecnológica, sino que era distinta, era una historia de la tecnología vinculada a la violencia política, a saquear los recursos naturales, a la colonización. Pero me interesaba reponer esa historia de la experiencia tecnológica de Latinoamérica, en concreto Sudamérica y Argentina. Y así fue como empieza un poco mi proyecto literario, que le puse este nombre que es gauchopunks”, continuó el ensayista.

Tecnología y perspectiva histórica

El escritor bonaerense consideró que, respecto a entender la tecnología en toda su vastedad, que  “parte de la crisis de imaginación del presente, es que pensamos que no hay retrospectiva histórica para entenderlo, como que es todo tan nuevo que carecemos de analogías de otra época para entenderlo y es mentira”.

“Para mí, la tecnología capitalista quien mejor la entendía era Marx, ya en el Manifiesto comunista, dice, bueno, como que se pensaba en la máquina como una liberación del obrero e iba a las fábricas y las personas trabajan más que antes y estaban más esclavizadas que antes y el obrero se vuelve un accesorio de la máquina.

"Creo que un poco, la manera que él escribe en otro fragmento de las máquinas, si bien él estaba pensando en la tecnología, en la innovación de ese momento que era la máquina de vapor, como que sirve para pensar el presente: cómo la tecnología era puesta al servicio de precarizar y abaratar el trabajo humano, automatizarlo y también como extraer gratuitamente recursos tanto naturales como humanos, que están en el origen del capitalismo”, abundó.

Inteligencia artificial

Tras realizar un recuento histórico, dijo entender, en cierta forma “sirve para entender la inteligencia artificial como la gran extorsión. Es como, bueno, hay que desarrollarla, y me es imposible no separar los derechos de autor, pero la forma en que están entrenadas es así como esto que Marx llama ‘los comunes’, los territorios que internet, de manera común entre todas las personas de la tierra, las empresas de inteligencia artificial lo usan para extraer sus modelos y después lo vendo.

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"Entonces, después todos tenemos comprar un producto que fue entrenado con toda nuestra información y esa es una inclusión que no se da, entonces, creo que la perspectiva histórica también permite entender un poco estos fenómenos y tener una lectura crítica; poder pensar alternativas también a su funcionamiento, o sea, ¿por qué estos modelos deben ser privatizados si están entrenados con información pública?”, cuestionó.

Ficciones para recordar el mundo

Ante la posibilidad de observar a la ficción como una mirilla que nos recuerda cómo ver o no ver el mundo y sus realidades, el escritor argentino reflecionó que “vivimos una época en la que estamos aturdidos por el flujo constante de la inmediatez, en la que carecemos de un momento de separación”.

“Estamos 24/7 conectados, se aplana la experiencia y es lo mismo el genocidio en Gaza que un meme de un osito y es como todo es lo mismo. En particular la ciencia ficción, para mí, tiene esa capacidad de extrañar la experiencia cotidiana que permite ver la otra perspectiva, o sea, a mí me interesa cómo la ciencia ficción puede extrañar la experiencia y encontrar algo que en apariencia inicial es muy excéntrico y alejado de la realidad, pero llega un momento de aceleración en la que uno acaba por encontrar punto por punto esa fantasía con lo que es el presente. 

“Porque es esa capacidad de la mediación que permite distanciarse y entender de otra perspectiva lo inmediato que uno no tiene nunca en el momento de la separación. A mí me gusta una frase de [Ludwig] Wittgenstein, que, para mí, yo la tomo como referencia para pensar la ciencia ficción que dice como: mi escritura es como una escalera que uno, al cabo de subirla, se da cuenta que no sirve para nada, pero cuando termines de subirla, tira la escalera para ver correctamente el mundo”, explicó finalmente Michel Nieva.

Redactor web en el diario 24 HORAS. Escribo y hablo de literatura. Autor en Puentes (Editorial Gato Blanco) y Escribir es un ensayo (Grupo G - Horizon y Canon Mexicana).