A pesar de la distancia, la realidad es que el conflicto entre India y Pakistán ha entrado en una fase crítica. No se trata de un episodio aislado ni de un cruce más de acusaciones diplomáticas. Se trata de ataques militares con armamento sofisticado, muerte de civiles, tratados suspendidos, y una disputa que involucra directamente a dos potencias nucleares que, juntas, concentran al 21% de la población mundial.
El detonante inmediato fue el atentado del 22 de abril, que Nueva Delhi calificó como un acto terrorista, respondiendo con una ofensiva aérea bajo el nombre de "Operación Sindoor", cuya reacción no se hizo esperar. Y desde entonces, la crisis ha escalado, extendiéndose más allá del ámbito militar.
India retiró a su embajador, suspendió visas, cerró el espacio aéreo, clausuró pasos fronterizos, y, lo más grave: en un intento de presión, suspendió el Tratado de Aguas del Indo. Un documento que regula el uso de seis ríos fundamentales para la subsistencia en ambos países.
Sin embargo, el conflicto no puede entenderse sin considerar factores estructurales. Primero, por dimensiones geopolíticas: la región está atravesada por múltiples frentes de tensión. Cachemira es el núcleo de la disputa, pero también existen fricciones en las fronteras con China e Irán, lo que convierte cualquier escalada en una amenaza para la estabilidad regional y los intereses estratégicos globales.
Segundo, por su demografía: India y Pakistán concentran una gran parte de la población mundial. Por lo que un conflicto entre ambos afecta directamente a millones de personas. Basta recordar que la partición de 1947 provocó el desplazamiento de 15 millones; hoy, una crisis similar tendría consecuencias mucho más devastadoras.
Tercero, por los efectos económicos: el cierre de fronteras y la crisis energética derivada de estos factores, tendrían impactos inmediatos en la región. Pakistán depende de los fertilizantes indios para su producción agrícola, mientras que India necesita estabilidad para mantener su crecimiento económico y evitar la volatilidad financiera.
Cuarto, por la presencia de grupos terroristas: Cachemira es un foco de insurgencia, en el que ambos países se acusan mutuamente de patrocinar el terrorismo. Y quinto, por el control del agua. A su vez, la posibilidad de un conflicto nuclear ha sido planteada por expertos. India, con una política tradicional de no primer uso, ha empezado a revisar esa doctrina; mientras que Pakistán, que nunca ha adoptado esa postura, considera legítimo el uso táctico de armas nucleares para responder a ataques convencionales.
Desde esta perspectiva, el conflicto debe verse por lo que es: un enfrentamiento de alto riesgo con impactos que superan por mucho a la región; pues sin duda, esta situación plantea riesgos para las economías vecinas y para empresas dependientes de cadenas de suministro regionales. Ello toda vez, que aunque los índices como el S&P apenas han reaccionado, la situación puede afectar gravemente sectores estratégicos como la energía, agricultura, manufactura textil y el farmacéutico, agravando aún más la inestabilidad global que enfrentamos hoy en día.
- Consultor y profesor universitario
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