Ayer se celebró la segunda Jornada de Oración por la Paz en varios estados del país, convocada por la Iglesia Católica, donde se pidió que las misas se dedicaran a las personas fallecidas o desaparecidas y a sus familias, víctimas de la violencia.
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En Jalisco, el Cardenal José Francisco Robles Ortega, obispo de Guadalajara, insistió en que todo México está orando por recuperar la paz y la tranquilidad, y para erradicar la violencia en el país. Los asistentes fueron vestidos de blanco y con carteles con las fichas de búsqueda de sus seres queridos.
“Que cesen las desapariciones de hermanos y hermanas, que los que han sido desaparecidos se vuelvan a encontrar, los podamos ubicar, los podamos abrazar de nuevo, es una necesidad que urge porque marca el corazón de las personas que viven la tragedia y la incertidumbre de sus seres queridos desaparecidos”, señaló durante la misa dominical en la Catedral de Guadalajara.
Mientras, en Guerrero, en su mensaje dominical, el arzobispo de la Arquidiócesis de Acapulco, Leopoldo González González, advirtió que no se puede dejar a las víctimas de asesinatos, ejecuciones y desapariciones como parte de una estadística y declaró que cada persona asesinada o desaparecida es un fuerte reclamo de justicia que no puede ser desoído.
Por otra parte, en Michoacán, Herculano Medina Garfias, obispo auxiliar de Morelia, afirmó que la homosexualidad, el lesbianismo y la muerte de inocentes están entre las causas primarias de la violencia y la criminalidad que laceran a la entidad y al país. Agregó que la oración hecha desde la fe y la esperanza es la mejor vía para combatir la violencia y la criminalidad.
La primera Jornada de Oración por la Paz se realizó el 10 de julio pasado en memoria de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, asesinados en la comunidad de Cerocahui, Chihuahua, el pasado 20 de junio.
LEG