El Día del Trabajo de 2013 pasará a la historia como el día que, al amparo del gobierno, se abolió la lucha obrero-patronal y juntos se comprometieron a cooperar en partes iguales al avance de México.

 

También marcará el día que los gremios disidentes, tras decenios de distanciamiento y hasta de confrontación en asuntos fundamentales, acordaron sumarse no nada más al Pacto por México sino en los afanes de la patria.

 

Así volvió Francisco Hernández Juárez con su chamarra de piel. El único día que se le recuerda con fino smoking, el pelo aliñado y la barba todavía negra pulcramente cortada fue en 1989 en la Casa Blanca.

 

–Vienes muy elegante, Francisco–, lo elogió Carlos Salinas.

 

–Para saludar al señor presidente–, contestó Hernández Juárez.

 

Y efectivamente, saludó de mano a George Bush padre pero a partir de aquellos tiempos el sempiterno dirigente del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) empezó a marcar distancia del oficialismo y hasta creó la contestataria Unión Nacional de Trabajadores (UNT).

 

Su disidencia lo llevó a representar a la izquierda lopezobradorista en el Congreso de la Unión.

 

Pero ayer Hernández Juárez personificaba la reconciliación: acudió a Los Pinos donde el movimiento obrero hablaba de su participación en el Pacto por México, se retrató con el presidente Enrique Peña y aplaudió cuando éste declaró a su gobierno aliado de los trabajadores.

 

Presente estaba la cúpula empresarial como signo de unidad y, unidos con el gobierno, trascender a la historia como el día que se abolió la lucha de clases y se dio paso a la conciliación de esfuerzos con la cual quiere gobernar el nuevo régimen.

 

Unidos como nunca se vieron en un 1 de mayo, el Día del Trabajo y aniversario de los mártires de Chicago, los representantes de los factores de la producción escucharon los tres ejes de la política laboral del sexenio.

 

Convocados desde el lunes, primero con ropa casual pero sin corbata, luego con chamarra y al final cada quien como quiso, asintieron cuando el primer mandatario los llamó a cerrar filas para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos.

 

Tarea tienen: tres de cada cinco empleos son informales, lo cual se traduce en 60% de los trabajadores sin amparo de la seguridad social.

 

Tras el acto, los aplausos, los abrazos, todos salieron de la residencia presidencial de Los Pinos con la promesa de, en unión tripartita, cambiar de actitud.

 

Acudirán a la instalación del Comité Nacional de Productividad anunciado por el propio Presidente con una frase un llamado final:

 

“Es hora de democratizar la productividad y garantizar mejores condiciones de vida a los mexicanos”.  REDACCIÓN

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