El Senado brasileño aprobó el proyecto de ley que transfiere temporalmente la capital del país de Brasilia a Belém, en el estado de Pará, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 30), que se celebrará del 10 al 21 de noviembre. La propuesta, ya avalada por la Cámara de Diputados, se enviará al presidente Luiz Inácio Lula da Silva para su sanción.
La iniciativa, de carácter simbólico y operativo, permitirá que los actos oficiales del Ejecutivo, Legislativo y Judicial se realicen desde la ciudad amazónica durante el evento. El texto autoriza que los despachos del presidente y de sus ministros se emitan como si hubieran sido firmados en Belém, mientras se ajustan las medidas logísticas y administrativas necesarias para el traslado temporal del gobierno federal.
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Amazonia, punto central de la COP 30
La autora del proyecto, la diputada Duda Salabert, justificó la propuesta como una forma de subrayar la centralidad de la Amazonia en la lucha contra la crisis climática. “La transferencia temporal de la capital refuerza la importancia de la región en la agenda ambiental internacional, permite un mayor diálogo con delegaciones extranjeras y fortalece el desarrollo local”, afirmó.
La parlamentaria recordó que la medida tiene respaldo constitucional y un precedente histórico: en 1992, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Eco-92), la capital quedó trasladada provisionalmente a Río de Janeiro. Para Salabert, esta decisión expresa “el compromiso del gobierno brasileño con la acción climática y con los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
Brasil, que a lo largo de su historia ha tenido tres capitales —Salvador de Bahía, Río de Janeiro y Brasilia—, suma ahora una capital simbólica más, aunque efímera, en el corazón de la selva amazónica. La elección de Belém como sede de la COP 30 tiene un fuerte valor político: por primera vez, la conferencia se celebrará en una ciudad amazónica, epicentro de los debates sobre deforestación, biodiversidad y justicia climática.
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La cumbre se considera un punto de inflexión, pues servirá para evaluar los avances del Acuerdo de París y exigir a los países nuevos compromisos de reducción de emisiones.
Por su parte, el mandatario brasileño aspira a aprovechar el evento para proyectar a Brasil como líder climático del Sur Global, conciliando desarrollo económico con preservación ambiental.