Un grupo de chalecos amarillos, los manifestantes que protestan contra el alza de impuestos al carburante y la subida del coste vida, ocuparon hoy la azotea del Arco del Triunfo, uno de los monumentos más famosos de Francia, previamente vandalizado por grupos de alborotadores.
Los alrededores de los Campos Elíseos se han convertido en un escenario de guerra, cubierto por una masa de gases lacrimógenos y humo por los numerosos incendios de coches, contenedores y terrazas en numerosas avenidas del centro de París.
La zona más asociada al poder político, donde residen embajadores y diplomáticos y se localizan buena parte de las instituciones públicas, es el foco de estos enfrentamientos, en los que 158 personas han sido detenidas según cifras del ministerio del Interior.
Los controles e identificaciones de identidad previstos en los Campos Elíseos, que habían sido blindados a las seis de la mañana hora local y reservados únicamente a peatones, debían favorecer una marcha pacífica mucho más tranquila que las protestas del sábado pasado.
Sin embargo, la escalada de tensión ha sido más que notable y el lanzamiento de cócteles molotov, adoquines a los que los antidisturbios respondieron con gases lacrimógenos y cañones de agua ha marcado el ritmo de la jornada.
Los partidos de la oposición y el propio Gobierno ha mantenido silencio en las últimas dos horas, cuando la situación ha comenzado a empeorar.
Antes de esto, el líder del partido izquierdista, Jean-Luc Mélenchon, y el de la extrema derecha, Nicolas Dupont-Aignan, habían señalado en los medios que se trataba de una violencia residual o impulsada por parte de grupos infiltrados.
Varios integrantes del movimiento de «chalecos amarillos» consideraron por su parte que la degeneración de la manifestación constata el hartazgo popular y urgen a Macron a que cambie el rumbo de sus políticas.
jhs