El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desvelará este lunes un plan para combatir la epidemia de adicción a analgésicos opiáceos en su país, que incluye un llamado a recrudecer las sentencias a los narcotraficantes y la imposición de la pena de muerte para algunos de ellos, informó hoy la Casa Blanca.
Trump y su esposa, Melania, visitarán este lunes Nuevo Hampshire, el tercer estado con la proporción por sobredosis de opiáceos más alta del país por detrás de Virginia Occidental y Ohio, para presentar una estrategia contra el problema, que mata a 175 estadounidenses cada día.
Bajo ese plan, «el Departamento de Justicia buscará la pena de muerte contra los narcotraficantes cuando sea apropiado bajo la ley actual», adelantó la Casa Blanca en un comunicado.
En concreto, la Casa Blanca habla de quienes trafican con opiáceos, que pueden obtenerse con receta o en el mercado negro, y también con fentanilo, un analgésico que suele destinarse al tratamiento del cáncer pero que en los últimos años se ha usado por grupos criminales para aumentar la potencia de la heroína.
Además, Trump pedirá al Congreso aprobar una ley que «reduzca la cantidad mínima de drogas necesarias para invocar las sentencias mínimas obligatorias para los narcotraficantes que, a sabiendas, distribuyan ciertos opiáceos ilícitos que son letales en pequeñas dosis», indicó la Casa Blanca.
Los delitos de drogas en Estados Unidos se juzgan actualmente de acuerdo con una ley de sentencias mínimas de 1986, que establece penas de hasta 20 años de cárcel para pequeños traficantes de drogas, y reserva la cadena perpetua para casos especialmente graves.
A comienzos de este mes, Trump ya dejó entrever que apoyaba la pena de muerte para los narcotraficantes, y según informes de prensa, se ha inspirado para ello en las políticas de Singapur.
«Algunos países tienen una pena muy, muy dura, la pena más dura posible. Y, por cierto, tienen muchos menos problemas con las drogas que nosotros», dijo el pasado 1 de marzo Trump, quien también ha alabado la lucha contra las drogas del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, pese a sus ejecuciones extrajudiciales.
El plan de la Casa Blanca también incluye «relacionarse con China y aumentar la cooperación con México para reducir el suministro de heroína, otros opiáceos ilícitos, y precursores químicos».
Además, busca acabar con la venta de opiáceos por Internet, y reforzar la unidad del Departamento de Justicia dedicada a ese tema.
Otro de los objetivos del plan es reducir en un tercio las recetas de analgésicos opiáceos que hacen los doctores del país en un plazo de tres años, dado que esos medicamentos llevan a muchos pacientes a generar una adicción que puede desencadenar en el uso de la heroína, más barata en el mercado negro.
La Casa Blanca quiere, además, apoyar el desarrollo de una vacuna que permita «prevenir la adicción a los opiáceos» y de opciones de gestión del dolor «que no sean adictivas».
En los últimos seis años las muertes por sobredosis se han convertido en la causa más común de muerte violenta en EE.UU., por encima de los accidentes de tráfico o las armas.
Según datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), 64.000 personas murieron en 2016 por sobredosis de opiáceos (incluida la heroína) en Estados Unidos, lo que supone el fallecimiento de 175 estadounidenses al día y siete víctimas mortales cada hora.
aarl