El ecofeminismo vincula la lucha por la justicia ambiental con la equidad de género, con el argumento de que la degradación ecológica y la desigualdad son fenómenos interconectados. Según la internacionalista María Fernanda Uribe, de la UNAM, este movimiento aborda “la explotación de los ecosistemas naturales y la opresión histórica de las mujeres”, fenómenos que, sostiene, comparten raíces estructurales.
Desde esta perspectiva, el modelo económico dominante impulsa un uso indiscriminado de los recursos naturales, lo que afecta de manera desproporcionada a las mujeres, particularmente en comunidades rurales donde ellas desempeñan un papel central en la gestión de recursos.
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Uribe amplía el enfoque al incluir la explotación de otras especies como parte de esta dinámica. “El capitalismo y el consumismo han instrumentalizado a los animales, lo que exacerba la opresión según su sexo biológico”, señala. Para ella, la crisis ambiental refleja “una lógica de cosificación de lo vivo, que subordina la existencia de seres humanos y no humanos a la productividad”.
El ecofeminismo también destaca el papel de las mujeres en la defensa ambiental. Líderes como Célia Xakriabá en Brasil impulsan campañas contra la deforestación amazónica, mientras que Neema Namadamu, en el Congo, trabajó contra la minería ilegal en el Parque Nacional Kahuzi-Biega. En India, Vandana Shiva aboga por la soberanía alimentaria y el uso sostenible del suelo.
Estas activistas no sólo protegen su entorno, sino que preservan conocimientos ancestrales sobre técnicas agrícolas y gestión del agua.
Ante la crisis climática y la desigualdad social, el ecofeminismo plantea una alternativa centrada en la colaboración y el respeto por la naturaleza. Como concluyeUribe: “No hay jerarquías en la vida; somos parte de una comunidad global interdependiente”.
Nombres de mujeres:
- Célia Xakriabá
- Neema Namadamu
- Vandana Shiva
