Dividido entre el miedo y la esperanza, Chile elige presidente este domingo en una segunda vuelta inédita por la confrontación de dos opciones en las antípodas ideológicas, con proyectos que prometen un cambio al modelo social o el continuismo neoliberal.
El abogado ultraderechista José Antonio Kast, de 55 años, se enfrenta al joven diputado de izquierda Gabriel Boric, de 35 años, la edad mínima para postular a la presidencia en Chile.
Candidato por el Partido Republicano, Kast oferta mantener el modelo neoliberal impuesto por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que le dio a Chile estabilidad social y económica pero que hace dos años fue fuertemente cuestionado en las calles, en multitudinarias protestas -algunas muy violentas- en reclamo de una mayor igualdad y derechos sociales.
Boric, de la alianza Apruebo Dignidad, que reúne al Frente Amplio y al Partido Comunista, pero que en segunda vuelta recibió el apoyo de toda la centroizquierda, propone avanzar hacia un Estado del bienestar, con una serie de derechos básicos asegurados.
Una última encuesta en línea de la consultora brasileña AtlasIntel, que consultó a 4.062 personas entre el 17 y el 18 de diciembre y tiene un margen de error del 1%, posiciona ligeramente por arriba a Boric, con un 49,4% frente a un 47,4% de Kast.
Proyectos diferentes
«Los dos candidatos representan proyectos muy diferentes y están apoyados por partidos muy diferentes en los extremos», señala a la AFP la doctora en Ciencias Políticas María Cristina Escudero, de la Universidad de Chile.
Nunca antes desde el retorno a la democracia, en 1990, se enfrentan en un balotaje representantes de partidos que no pertenecen ni a la exConcertación de partidos de centro izquierda ni a la Alianza derechista.
La posiciones más extrema generan esperanza para buena parte de los votantes y temor para otros.
«El comunismo no es bueno ni para la gente pobre, ni para los ricos, para nadie. Soy una persona normal y trabajadora. Me gusta la paz, la tranquilidad y la posibilidad de seguir avanzando lentamente», dice a la AFP Ricardo Sepúlveda, un jubilado de 75 años y simpatizante de Kast.
Camila Chamblas, profesora de 26 años, votará por Boric. «Hay mucha gente joven que no toma parte en la política pero las cosas que dice (Kast) son como un continuación» de las políticas de Pinochet, afirma a la AFP.
La elección, en la que más de 15 millones chilenos están llamados a votar, se ha dado en un tono muy polarizado, con un cruce de cuestionamientos y el despliegue de noticias falsas.
«Esta campaña creo yo que se ha encarado por la clase política de la peor manera (…) con una imagen de polarización que es bastante engañosa», dice a la AFP el analista político Marcelo Mella, de la Universidad de Santiago.
Se trató de «una competencia centrada en desprestigiar al competidor con acusaciones que demostrarían falta de integridad de parte de los candidatos. Eso no es necesariamente polarización, es un mecanismo para generar un efecto visual y ganar esta elección. ¿Pero cuánto se han discutido los problemas que son más importantes para buena parte del país?», se pregunta Mella.
Los locales electorales abren a las 11H00 GMT y cierran a las 21H00 GMT. Se estima un conteo rápido y un resultado oficial unas tres horas tras el fin del cierre de las mesas.
Fantasma de la abstención
Desde que en 2012 se instaló el voto voluntario en el país, la abstención ha marcado las elecciones chilenas. En la primera vuelta, en la que Kast se impuso con el 27,9% de los votos frente a Boric, que consiguió el 25,8%, la participación alcanzó el 47%.
«Existe una crisis que no es reciente sobre la oferta política en Chile de los partidos, que se expresa en las coyunturas electorales en que difícilmente se ha sobrepasado el 50%», explica Mella.
En esta segunda vuelta, el fantasma de una alta abstención sigue rondando.
«Puede que vaya a votar más gente que se ha movilizado en esta polarización entre proyectos tan distintos pero también puede que vaya a votar menos gente, porque se quedó sin candidato en el centro y decida no ir a votar», agrega la académica Escudero.
«Hemos tenido segundas vueltas bien ajustadas en el pasado, estamos acostumbrados a que (el resultado) sea estrecho», dice.
«Tengo miedo, la verdad. No hay realmente esperanza, porque no me gusta ninguno. No quiero que seamos tampoco un segundo Venezuela, pero tampoco un país de extrema derecha», alega Javiera Otto, trabajadora de Amazon, de 24 años.
LDAV